estamos demasiado cautelosos - a no ser que sean esos pimientos supuestamente suaves pero que resultaron ser fuego, que una mitad de la Expedición escupió con el primer bocado pero que la otra mitad se empecinó en probar un poco más.
De todos modos, ni pensar en viajar. Unicamente se puede pensar, de acuerdo al remedio de la naturaleza, en hibernación (letargía, mejor dicho, ya que no hay invierno de por medio), en dejar de moverse, dejar de comer, y dejar que el cuerpo, felizmente fuerte, se remiende solo. ¿Pero qué es?
Felizmente en la infelicidad, para esta circunstancia, tenemos la tremendísima suerte de haber descubierto, a 3 kilómetros de las ruinas, un muy acogedor bosquecillo de hermosas casuarinas y hermosos eucaliptos, incluso con un apiario, que nos hacen sentirnos entre nuestras casuarinas, nuestros eucaliptos y con nuestro apiario. ¿Servirá el inmejorable ambiente, física- y psicológicamente - también una rareza en el ambiente circundante de semi-aridez - para la letargía componedora?
El bosquecillo
. .
*
▪
Un día más tarde, siguen fiebre, diarrea, vómitos.
. .
*
▪
Un día más tarde, fiebre en franca resorción. Buena señal; y gratitud por ello. Diarrea, vómitos, en leve disminución.
. .
*
▪
Un día más tarde, no más fiebre, no más vómitos, algo de diarrea. Y parece que el cuerpo tiene antojo de algo más que agua, alguna comidita, quizás un mango, una manzana; buena señal. Sólo hace falta paciencia. Y es fácil tener paciencia en este hermoso bosquecillo; incluso el tiempo es perfecto, a pedir de boca, a la sombra de los árboles: temperatura, otra vez la palabra apropiada, neutra, humedad, neutra; y mientras tanto, la época seca va desplazando la época de lluvias - es increíble, haber estado semanas y semanas con el vehículo y todo lo demás siempre mojado.
Un patrullero de la policía que nos divisó al fondo del bosquecillo vino a vernos - no para echarnos a la vespucciana de esto que, seguramente, es propiedad particular de alguien, sino para preguntar si necesitábamos ayuda. >>>>>>>>