tiene una pérdida de líquido que no se explica por dónde: no por su cuerpo, no por el collarín de goma alrededor de la salida de la flecha, sino, aparentemente, por el centro de la horqueta de la cruceta, lo que es una imposibilidad, ya que es metal macizo.
Ahora, hay que ver si es una situación estable y llevadera hasta un diagnóstico técnico - que rogamos que así sea - o si la cosa se va a desmoronar. ¿Y dónde será posible tal diagnóstico - en lejanísimo Texas? Porque, cuando pensamos en nuestras odiseas con mecánicos mexicanos, sólo podemos temblar - salvo aquel de Matamoros, lo justo es lo justo. Criminales.
Y todo ello, lo descubrimos porque se nos dio por aprovechar la inhabitual seca pulcritud de este sitio, después de tanta tierra empapada de agua, para verificar el aceite del diferencial trasero y, de paso, agregar aceite al motor.
Con esta carga de amargura, a viajar.
Más hermosas serían las sierras sin fin si no tuviéramos el coche traumatizado y, sobre todo, si no se debiese al criminal subdesarrollo de la vialidad municipal de Tapachula, y también a la inhumana falta de compasión de los vecinos quienes bien podrían haber marcado la trampa con una rama.
Otra demostración, lamentablemente en carne - o será en chapa - propia, de que subdesarrollo no es falta de millones en moneda fuerte, o de electrónica microminiaturizada, sino de sesos.
A pernoctar en otro caserío, Totolapan. Hoy, muchos kilómetros no recorrimos.
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Esta madrugada, una radio por ahí inunda el caserío con una ampulosa verbosidad, describiendo el magno desfile patriótico en Oaxaca, en celebración del Día de la Independencia.
¿Por qué no se independizan también de sus propios subdesarrollos - por qué no limpian sus calles - por qué no marcan sus desvíos - por qué no señalan trampas - por qué no imponen escapes sin humo ni ruido - por qué, etc. etc., para mencionar sólo lo que vemos a diario? Porque es obviamente más fácil celebrar, y con payasadas militaristas, una vez al año, la sangre derramada por los próceres para forjar una patria, que derramar, cada día, el sudor de su propia frente para mantener la patria en un mínimo de respetabilidad.
Bah. A viajar.
Topografía siempre activamente serrana; sin novedades.