Esta madrugada, en el patio escolar, abierto a la calle - que así fue que lo pudimos presenciar - adiestramiento de marcha en formación militarista de niños de 8 a 12 años - para el Día de la Independencia de mañana. ¿Por qué no les enseñan más bien a recoger la mugre del suelo, y, mejor aún, a no botarla, en primer término; ciertamente sería más patriótico no desfilar en una patria limpia y respetable que dedicarse a payasadas marciales en una patria mugrienta.
Viajando. Como previsto, serranías por los cuatro costados, y sin fin; o sea, no serranías en línea sino como papel arrugado. A veces, estas serranías ofrecen una inhabitual dualidad de interés visual, a la vez en la cercanía, de desfiladeros de paredes verticales, y en la lejanía, de la ciclópea manada de arrugas serranas hasta el horizonte, cambiando de tinte en función de la distancia.
Haciendo un recuento mental de qué eternidad ya pasamos serpenteando por las montañas, y cuán pocas veces tuvimos terreno llano por delante, en México, desde nuestra primera entrada, es notable la omnipresencia montañosa. En realidad, todo México es muy montañoso, de punta a punta, salvo la notable excepción del promontorio de Yucatán, como si fuese de otro mundo.
Una grata presencia - aunque, con un poco de lógica, se podía haber anticipado: reaparecieron los burritos, los simpáticos burritos, tan difamados pero que nunca hacen daño a nadie; con sus llantos más desgarradores que la más desgarradora aria de ópera.
Estamos estacionados; y si no nos lamentamos como los burros, es porque no sabemos hacerlo; y si no decimos entre dientes palabras que no están en el diccionario es porque sería contra nuestra educación; y, de todos modos, en nada cambiaría la situación.
Ahora sabemos por qué - después de la caída a traición en los 45 centímetros verticales disfrazados de charco como tantos otros charcos, en irresponsable y, lo que es peor, subdesarrollado, criminal, Tapachula - no encontramos, para nuestra gran sorpresa entonces porque el golpe fue duro, otro daño que la placa de blindaje de la caja de transferencia chueca. Ahora sabemos. Porque los daños ocurrieron no del chasís para abajo, que es donde nos fijamos, sino del chasís para arriba, que es donde no se nos ocurrió fijarnos. He aquí el inventario: el guardabarro delantero izquierdo, movido de su sitio, con uno de sus soportes arrancado de cuajo de la carrocería; el guardabarro delantero derecho, movido de su sitio; el panal lateral izquierdo trasero de la carrocería, hundido; el panal lateral derecho trasero, con grieta abierta.
Y del chasís para abajo, ahora que miramos más detenidamente, la situación se ve peor de lo que habíamos percibido y creído en nuestra observación después del golpe. La placa del blindaje que salvó la vida de la caja de transferencia, está más que torcida, está en contacto con la caja, no sabemos con qué presión; y la caja de transferencia, si bien funciona impecablemente, >>>>>>>>