No muy sorprendente para quienes, como nosotros, aprendieron en Salt Lake City que, según la Iglesia de los Mormones, Jesucristo en persona estuvo andando por América. Dos veces más, la Universidad Brigham Young, o sea la Iglesia de Jesucristo de los Santos [paulinos] de Nuestros Días, auspició investigaciones en Izapa; en las décadas de 1960 y 1970.
Así fue nuestro contacto con Izapa, sitio al cual ciertas ponencias atribuyen - se empeñan en atribuir, parecería - una influencia mesoamericana mayor que la importancia de su propio ser.
/¯\ Una última visión de Izapa. Ya estamos acostumbrados a que - en el fantasmagórico mundo de las convulsionadas, densas, sinuosidades de los grabados en lápidas mesoamericanas, con motivos casi siempre insensatos para el no-iniciado - cualquier cosa es posible. Pero hay, en Izapa, un grabado con un motivo que - quizás porque es tan simple de percibir nominalmente - queda sellado en la mente como tema de una pesadilla: un caimán, con su feroz cabeza plana en el suelo, su cuerpo verticalmente hacia arriba, y terminando no en cola y patas traseras sino en ... lujuriante vegetación ... Seguramente, la cosa tendrá un significado simbólico-filosófico otro que el aparente, pero su valor nominal no deja de impresionar. Más monstruoso que un monstruo.
La ventaja de visitar un sitio arqueológico en un cacaotal (cuando el cacao está maduro) es que, al mismo tiempo, se puede apagar la sed - o, por lo menos, satisfacer el paladar - chupando una golosina sin color ni sabor artificiales: el poroto (o la almendra, según se quiera) de cacao; no el cacao dentro del poroto sino la crema blanca acídula que le sirve de envoltorio dentro de la ganga. El cacao dentro del poroto, en este estado, tiene color violeta, y se vuelve marrón-chocolate recién después de secado.
Deleite, tenemos que apresurarnos a aclarar, no por desenfadado robo arrancado de un cacaotero sino por muy amable convite por parte de un lugareño.
En el cacaotal
Y llueve. Y llueve. Y llueve. Agua tan tupida tantas horas es impresionante. Y llueve.
En las ondas cortas, tropezamos con un interesantísimo programa cincelando el correcto uso de la lengua castellana; apostamos que no podía ser de otra parte que de Cuba; y de Cuba resultó ser.
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Esta mañana, no más lluvia. Vamos a ver si no se podría, por fin, sacar alguna fotografía de lugar de tanto desequilibrio entre los méritos físicos de sus vestigios y los méritos conceptuales que se les atribuye.