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baños (tres cubículos para todo el aeropuerto, uno, sin asiento, sin cierre; uno, con asiento, sin cierre; uno, con asiento y con cierre; todos, sin papel).

  En el aeropuerto, un gran mural representa lindamente un mapamundi y está provisto, para mayor ilustración, de relojes mostrando las horas de varias longitudes, relojes pulcramente equidistantes, de manera que, si bien la hora de América Central está más o menos donde corresponde, la hora de Bogotá, de Quito, incluso de Santiago, está en el mar Caribe; la de Buenos Aires y Brasília, en Marruecos; y la de Europa Central está en ... China.

  Un rasgo notable del aeropuerto es la fenomenal cantidad de despedidores o acogedores para cada viajero - entre tres y ocho para cada viajero o par de viajeros; cada despedida o recepción más se parece a una romería familiar, desde la abuela al enjambre de niños.

  En el estacionamiento del aeropuerto, durante los días cuando nos quedamos todo el día, los casos de hombres aliviando sus necesidades fisiológicas a la vista de todos ascendieron a una docena por día - con los baños disponibles en el aeropuerto.

  En el estacionamiento del aeropuerto, tuvimos la oportunidad de seguir la génesis de un subdesarrollo. Resulta que dos obreros repararon un desperfecto en la calzada (resultado, incidentalmente, de un defecto de construcción) con un poco de cemento. Con laudable celo, protegieron el cemento fresco del tráfico, colocando a su largo montículos de tierra, piedras y ramas. Al día siguiente, tierra, piedras y ramas todavía estaban. Al día siguiente, tierra, piedras y ramas todavía estaban, y los vehículos empezaban a pisar la punta de la valla. Al día siguiente, uno de los muchachos que lavan carros en el estacionamiento se apiadó: apartó las ramas y las piedras a un costado, y los vehículos empezaron a aplastar y desparramar la tierra en el medio de la calzada. Al día siguiente, las ramas ya no estaban, alguien se las había llevado para su estufa; las piedras estaban; y la tierra, mojada de lluvia, pisada y desparramada por los vehículos, se extendía en una porquería cada vez mayor. Y desde entonces, así quedaron las cosas, y seguramente así quedarán hasta el próximo diluvio universal. Otra lacra de subdesarrollo porque los obreros no terminaron su trabajo con una oportuna remoción de la valla y porque la administración del aeropuerto no verificó (probablemente por falta de millones en moneda fuerte y del más reciente equipo electrónico) si el trabajo estaba bien hecho - y terminado.

 El sistema de direcciones en Ciudad Guatemala es muy práctico porque cada dirección incluye, a más de la calle y del número de casa, automáticamente, el número de la cuadra y el número de la zona - lo último no siendo, por otra parte, un lujo sino una necesidad porque calles sin relación física entre sí tienen la misma denominación en las varias zonas. Claro que sería todavía más práctico si todas las calles tuvieran sus denominaciones no sólo en el papel >>>>>>>>