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extraía valiosas vasijas, nos dijeron. ¿Entonces - las hermosas ruinas - la bóveda voladiza? Es un poco misterioso que "hermosas ruinas" hayan dado solamente estos montículos de lajas.

Además, nosotros esperábamos, deseábamos, encontrar aquí, también, un lindo lugar, aunque sea sólo medio agreste o silvestre, para pernoctar. Pero ...

Adelante, pues, hacia nuestra próxima meta, la ciudad de Guatemala, para su visita final, complementaria de aquella visita de años atrás. Esta vez, no nos apurará ningún vencimiento de visa para entrar a Costa Rica, ninguna época de lluvias para cruzar el Tapón del Darién.

Pueblo de Jutiapa.

Aquí, nos toca pernoctar; frente a una escuela. Qué dejadez, esta escuela. Vidrios rotos que quedan rotos; vidrios sucios que quedan sucios; mecanismos de las ventanas, rotos que quedan rotos; todo, obviamente desde una eternidad; rejas, alguna vez, decorativas, con la mitad de sus elementos, retorcidos como en una apropiada expresión de lamentación. Qué ambiente in-inspirador para estudiar. Qué terrible ejemplo para una juventud en formación - conceptual, estética, moral. Parece ser esta dejadez el rasgo más común de la mayoría de los Iberoamericanos; parecen, éstos, tener dinero y entusiasmo para crear algo pero no la convicción cultural de mantenerlo.

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Esta mañana, permanentes serranías, abiertas vistas; uso variado de la tierra - café, ananás, pastoreos.

Y un memorable trecho de la mítica Carretera "Panamericana" que tanta gente cree que existe. Un trecho que compite exitosamente con la más compleja estructura arqueológica, pongamos, por ejemplo, la última, la de Tazumal, con sus 14 etapas de construcciones y remodelaciones. Este trecho de la mítica Panamericana llegó a su estado presente en ¡por lo menos! 14 etapas de arre-glos y re-arreglos; parece la camisa de un menesteroso, hecha de una docena de pedazos diferentes, de los cuales, ninguno ya es la tela original.

Para amenizar la situación, las densas, patógenas, humaredas del transporte público, de las cuales, desgraciadamente, no hay escapatoria.

En las inmediaciones de la Capital, van apareciendo nuevamente las elegantes indumentarias paraborígenes en la suprema sobriedad de sus líneas y la exuberancia ordenada de sus telas.