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casi todo el primer milenio d.C.; con, sin embargo, un límite terminal que los arqueólogos insisten que es claro y exacto, en base a todas las fechas dejadas grabadas por los propios Mayas. Pero,

▪▪ por una parte, hay que tener presente el desbarajuste que les ocurrió a los arqueólogos con el estilo y las fechas que ellos esperaban y no encontraron en El Mirador;

▪▪ y por otra parte, si bien todo el mundo pretende creer que la correlación utilizada en este caso entre el fechario maya y el fechario gregoriano es correcta, nadie se atrevería a apostar su cogote que realmente así es, porque nunca nadie demostró terminantemente que la otra correlación propuesta es incorrecta; es todo cuestión de acumulación de opiniones, sin ningún elemento cortante e irrebatible; por cuanto, las fechas mayas en fechario cristiano siempre quedarán en duda - por varios siglos de diferencia entre las dos correlaciones construidas por dos escuelas de arqueólogos.

Es a esta tercera etapa cronológica, cualesquiera sean las fechas exactas, que pertenecen los logros de los Mayas que les sirven de gloria en el mundo de la arqueología;

en lugares específicos; algunos, como extensiones de la etapa anterior, algunos, nuevos; como ser, en total, Uaxactún, Tical, Piedras Negras, Palenque, Yaxchilán, Bonampac, Edzná, Uxmal, Cabá, Hochob, Xpujil, Quiriguá, Copán salido de sus cuevas, la parte original de Chichén todavía no Itzá;
y no solamente en lugares, también en estilos regionales, como el chenes, el puuc, el río Bec;
y también en su mayor desarrollo de escritura jeroglífica, de aritmética, cronometría, y astronomía.

)4 Y es a continuación, en una cuarta etapa, que ocurre el último deslizamiento de la llamarada cultural maya hacia el norte, con concomitante extinción, o por lo menos estancamiento, de muchos de los focos de la etapa anterior.

Es el denominado Imperio Nuevo - absurdamente, sin emperador - que ni siquiera Florecimiento Nuevo nos parece apropiado llamar; que, más atinadamente a la esencia de la situación, quizás habría que llamar Florecimiento por Injerto o algo parecido, porque esta nueva etapa empezó cuando, en la parte más septentrional de Yucatán, aparecieron, y se injertaron en el noble tronco maya puro crecido desde las raíces de nuestro arco original, todos esos advenedizos de filiación tan incierta que se presta a cualquier suposición según detallamos en su oportunidad, como ser los ya mencionados Itzaes, Xiúes, Cocomes, o los ahora por mencionar, Cheles, Canules, Peches.

Al respecto, y en adición a lo expuesto en Chichén Itzá, también llegó a nuestro conocimiento que por lo menos algunos de esos nombres no son de etnias sino simplemente de familias de linaje locales con ambiciones.