la zona. Con tiempo, los Negros desaparecieron; pero el Cristo Negro se quedó - y por alguna razón no hurdida, ni siquiera prevista, por su creador, pasó a aumentar su influencia transracialmente sobre cada vez mayor cantidad de no-Negros.
A tal punto que, hace ya 230 años, ante el éxito de la veneración del Cristo Negro, y ante el consiguiente incremento de público que ya no cabía en el santuario original, hubo que, como en cualquier empresa en expansión, construir una sede mayor, lo que, hoy, es la Basílica de Centro América (o del Cristo Negro).
Y tal como cualquier empresa grande y provechosa, ésta también, es un modelo de organización.
»»+ Pasadizo demarcado, para encaminar la fila de venerantes hacia, y otro pasadizo demarcado, para dispersar la fila de venerantes desde, una veneración del Cristo Negro en su crucifijo; (veneración sin derecho a detenerse; claro, hay gente esperando atrás).
»»+ Para agua bendita, fila entra por aquí, sale por allá, para llenar recipientes de toda descripción, sin limitación de cantidad, directamente de una canilla.
»»+ Para bendiciones, en masa, de cualquier objeto presentado, varios carriles peatonales paralelos (sin detenerse, claro, hay gente esperando atrás).
»»+ Coches, para su bendición, entran por aquí, se detienen allí, salen por allá - sólo sacar boleto en sacristía.
»»+ Dentro del templo, amplias mesadas de hierro para quema de centenares de velas - quema y derretimiento, porque tal es el calor que las velas, al minuto de colocadas, se ablandan, se tuercen, caen, y agonizan en una visión más evocadora de los sufrimientos infernales que de las beatitudes celestiales.
»»+ Para todo lo imaginable en compras religiosas populares (y lo inimaginable también - por ejemplo, un épico gallo, en glorioso perfil contra un Sol naciente, cantándole a Cristo crucifijado), un gran negocio, delicadamente segregado del templo pero parte del complejo eclesiástico; negocio con dos accesos, tres cajas electrónicas, y más de una docena de dependientes.
»»+ Fuera y alrededor del complejo eclesiástico, en círculos cada vez más alejados y más paganos, centenares de vendedores se cobijan bajo el aura implícita del Cristo Negro.
»»+ Ofrecimientos gastronómicos son parte del panorama, incluyendo, muy apropiadamente, obleas; claro, no tienen la santidad de las obleas eclesiásticas, pero miden 15 centímetros de diámetro y son riquísimas con su dulce de leche.
Vamos a pernoctar en Esquipulas, refugiados contra el antiguo santuario ahora abandonado por las muchedumbres, en lo alto de su loma. Llueve, y estuvo >>>>>>>>