Debemos agregar que hay una tercera categoría de bananas, bananas que nunca llegan a las augustas mesas de los pudientes de este mundo, que solamente los pobres lugareños, y nosotros con ellos, comen y comemos, bananas míseras, tan cortas que no tienen lugar para la elegancia de un arqueado, tan flacas que parecen dedos literales, y no jergales o metafóricos, de piel viruelada de pardo sobre fondo amarillo - ah, pero de sabor, una quintaesencia de sabor bananero como los gastrónomos de etiqueta nunca probarán en sus impecables bananas de plástico.
Toda esta actividad se mantiene, con mayor o menor intensidad, todo el año, porque, en bananos, no hay las épocas drásticamente demarcadas de producción y somnolencia alternadas, comunes en otras especies. Bananos no son árboles perennes que vuelven a dar frutos cada año; son matas de troncos efímeros que brotan sucesivamente de una misma raíz, de manera que cada raíz tiene, al mismo tiempo, varios troncos, en varios estados de evolución: mientras uno brota, otro crece, otro madura, otro da su racimo de bananas y otro decae.
A Copán pues, nuevamente.
Obviamente, Quiriguá fue el último límite de selva. La vegetación ha cambiado a la boscosa, o semi-boscosa, habitual.
Zona para recordar la rama más oriental de los Mayas, los Chortíes. ¿Anotamos en Comalcalco que aquélla es la zona de la rama más occidental de los Mayas, los Chontales? Mejor dicho, de una de las dos ramas más occidentales, siendo la otra, los Tzotziles, con algunos de los cuales incluso hablamos.
Empalme de Río Hondo, sitio importante para nosotros o, por lo menos, para nuestras memorias: aquí, acabamos de entroncar con nuestro derrotero de cuatro años y medio atrás, cuando íbamos hacia América del Sur, hacia tantas incógnitas que hoy son cógnitas, cuando esta Expedición era joven aún.
Estamos siguiendo las mismas subidas, las mismas bajadas, las mismas curvas; en el mismo lindo, pintoresco, paisaje, de pinos, de pastajes, de maizales en pendientes perfectamente inaptas para agricultura, de pequeñas cascadas; por nuestras propias huellas. ¿Reconocemos lo que vemos? Nos parece que sí, pero, racionalmente, nos extraña que así sea después de tantos paisajes similares; no sabemos si es un recuerdo específico de esta zona, o genérico de todas las zonas parecidas.
Este contrapunto de itinerarios, sin embargo, va a durar sólo pocos kilómetros, unos 30. La primera vez, desviamos a Copán por un camino directo, y pésimo, muy bien nos acordamos. Esta vez, vamos a dar una grandísima vuelta, como cuatro veces más kilómetros, pero con tres ventajas: una, menor, la de conocer otra zona, incluyendo famoso Esquipulas; una, fundamental, la de pasar por el pueblo hondureño de Nueva Ocotepeque para aclarar, de una vez, en el consulado salvadoreño local las posibilidades o imposibilidades administrativas >>>>>>>>