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o Como, por las distancias en Tikal, otra cosa mientras tanto no se podía hacer, y como somos más bien testarudos, decidimos esperar; además, llegado el momento, sería un momento muy corto.

o  Bueno, para acortar una larga historia, dos horas más tarde faltaba sólo, o faltaba todavía, medio centímetro de sombra entre el Sol y la estela. El ángulo entre la trayectoria del Sol y la faz de la estela era tan cerrado que trayectoria y faz eran casi paralelas. En las circunstancias dadas, otra larga espera.  Decidimos hacer otra cosa.

o  A la hora y media volvimos.

o  Todavía faltaba unos milímetros, quizás dos o tres. Con renovada esperanza, aguardamos el gran acontecimiento, el encuentro entre la cortina del Sol y la faz de la estela.

o Finalmente, finalmente, el haz del Sol llegó a rozar los gránulos más sobresalientes de los relieves de los glifos. Incluso iluminó los gránulos sobresalientes enteros.

o  Faltaba menos, faltaba menos. Más se acercó el haz de Sol e iluminó otros gránulos de los relieves externos. Estábamos pendientes de fracciones de milímetro. Cámara en mano, listos para la acción. Una fracción de milímetro más, y habría luz rasante en los glifos.

o Luego ... luego, ante nuestra indefensa incredulidad, tuvimos que aceptar que los gránulos que se habían iluminado en último término estaban otra vez en la oscuridad, y que los gránulos que se habían iluminado en primer término se hundían en una tiniebla milimétrica. La cortina de Sol que, después de tantas penosas horas, se había acercado al glifo a una distancia del espesor de un papel, había empezado a retroceder; implacablemente.

Cruel. Pero también ilustrativo. Ahora, sentimos con realismo con qué precisión los antiguos astrónomos podían observar sus fenómenos celestes. Con la precisión del espesor de un papel.

Hablando de glifos esculpidos, encontramos uno que alguna vez fue - o todavía está - a punto de ser robado. Por uno de sus costados, hay tres perforaciones con taladro, las primeras de las muchas por todos los lados que algún saqueador se disponía - o todavía se dispone - a hacer para desprender el glifo de la estela.  Otros glifos, en la misma inscripción, ya faltan.

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Hoy, actividades sedentarias como para descansar, empero sin herrumbrarnos. Incluyendo las siguientes notas.

La selva alrededor de, incluso por entre, las ruinas de Tikal no es una ficción poética.  Existe de verdad.

Vimos hormigueros de quizás dos metros de diámetro cada uno, con multiplicidad de entradas, algunas entradas, más para conejos que para hormigas; verdaderas ciudades endoterráneas.