Demostración.
La única cosa de verdadero interés arquitectónico es uno de los dos acrozigurates con templo con crestería rascanubes en su costado corto de la Plaza Mayor, el denominado Templo I. El otro acrozigurat templario con crestería en la Plaza Mayor, y tres otros tales acrozigurates templarios diseminados por el área arqueológica, lejos del centro, son sólo una re-edición del Número Uno, por lo tanto, sin interés otro que el interés del Templo I.
Y todos los demás edificios, bajos, largos, angostos, ingráciles, si fueran edificios de un establecimiento de campo - y, probablemente, bien se prestarían para maduración de quesos o vinos si bien no para establos - nadie los miraría.
Todo Tikal sigue el patrón de trogloditismo artificial que siempre nos sorprendió en todos los demás sitios mayas; pero aquí, en Tikal, más que en cualquier otro sitio maya que visitamos, más específicamente en su llamado Templo de las Ventanas (o de los Murciélagos), se encuentra la más lúgubre, tenebrosa, ilustración del incomprensible trogloditismo arquitectónico de los Mayas. Hay que verlo para concebirlo.
En realidad, rememorándonos las varias cuevas verdaderas, de acantilados, que vimos como antiguas moradas de trogloditas, cualquiera de ellas es más atractiva que estas celdas - las pequeñas cuevas como acogedoras viviendas, las grandes cuevas como espaciosos palacios; de manera que estos aposentos palaciegos ni cuevas se puede llamar, sino gazaperas.
A ello hay que agregar que Tikal no es un centro ceremonial relativamente compacto como lo son los demás sitios arqueológicos que visitamos, no es sólo la Plaza Mayor y sus ex-alrededores, es una auténtica metrópoli donde tiempos de caminar de un punto a otro punto se miden en veintenas de minutos, a veces en cuarentenas de minutos. En otras palabras, Tikal es un sitio enojoso por la desproporción entre su mucho caminar, muchísimo, y su poco interés visual, poquísimo; por la disproporción entre su fama y su realidad.
Lo cual explica la reticencia de los cuatro días entre las ruinas, la distinción entre estar entre las ruinas cuatro días y observarlas durante sólo quizás tres días, o menos, debiéndose la diferencia a la acumulación del vacío, largo, caminar - en terreno incómodo, por la irregularidad del suelo, y por la topografía de acceso a la loma del centro de Tikal desde los bajos circundantes.
La única verdadera chispa de verdadero interés en todo el primer día fue avistar, y luego, ir percibiendo, el parentesco entre estos acrozigurates templarios y las casi-torres que nos sorprendieron en Xpujil - que, ahora vemos, se podría tomar, por igual, como incompletos prototipos, o decadentes copias, de estos acro-zigurates templarios acá, en Tikal; el parentesco de la inordinaria elongación vertical global en Xpujil y en Tikal - creada, en Tikal,