tierra, pequeños y medianos, desde hace dos o tres días, que hacen temer un gran terremoto. Mañana, escuelas, oficinas y negocios permanecerán cerrados. ¿Qué apuro tenemos nosotros?
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Segunda madrugada más tarde. Frente a la frontera. La salida de México nada será; pero ¿cómo será la entrada a Belice?
Ya está. Y sin problemas.
En la propia frontera, aprendimos algo de los expedicionarios checos que conocimos en El Tajín. Por aquí, pasaron sin problemas; pero en la frontera de Belice a Guatemala se quedaron trancados todo un mes porque se les negaba la entrada. Los diarios, se nos informó, estaban llenos de los "espías checos"; pero, finalmente, nada se les encontró y se los dejó pasar.
Desde ya, Belice ofrece un abrupto contraste con los montes de Quintana Roo y alrededores: aquí, cañaverales sin fin, con sólo manchoncitos remanentes de los matorrales anteriores - pero hay que reconocer que la tierra de aquí, todo lo que no tiene en pedregosidad lo tiene en negrura y arabilidad.
También hay un cambio en las viviendas. Muy pocas, de palo a pique y palmera; más bien de tablas, en el estilo cajón vespucciano pobre; y muchas, elevadas sobre pilotes. Además, es obvio un deseo de decoro o, si se quiere, de autorespeto; que se manifiesta en detalles mínimos como ser un palo de color diferente atravesado horizontalmente por los palos a pique, u otros detalles tan sencillos. Cuando se ve una estructura descuidada como una vivienda pobre en México, es, habitualmente, un galpón o un chiquero.
Sin embargo, igualitos como en México - según recién aprendimos de manera violenta - son los rompemuelles invisibles y sin previo aviso. Ahora, nos cuidamos. Bajo este u otro cielo, es el mismo salvajismo.
Por debajo de estas diferencias - reflejo de las diferencias étnicas y, por consiguiente, idiosincrásicas, entre los respectivos invasores europeos, de esta zona y de la otra - estas tierras también son parte integral de la antigua y presente tierra maya, y ello también sigue atrayendo nuestro interés.
Por ejemplo, en la zona de Corozal, donde estamos ahora mismo, hay, frente a frente, con sólo una pequeña bahía de por medio, dos sitios; un sitio, de los años 350 a.C./250 d.C., pre-Clásico tardío, de nombre Cerro Maya; el otro sitio, empero, de los años, más de 1.000 años más tarde, 1350/1530, pos-Clásico, tardío hasta más no poder antes del hormigueo de los invasores - más >>>>>>>>