K¬ Las escalinatas de un par de plataformas para edificios. Con peldaños de un tipo que, por lo visto en estos últimos meses, parecía no sólo inconstruible sino inconcebible: peldaños antropométricamente bajos y anchos, peldaños como de otro planeta en este mundo arqueológico de peldaños inhumanamente altos y angostos; pero peldaños aun así desacertados a la manera de muchas escalinatas modernas, por necesitar no un paso normal sino un paso y medio en profundidad de peldaño en peldaño.
K¬ Los restos de construcciones encima de varias plataformas.
No las hileras de rectangulares, inimaginativos, aposentos que, en los demás sitios mayas, era lo inevitable hasta ahora. En su vez, un mosaico, de habitaciones de plantas disímiles, de corredores a ángulo, de medias columnas empotradas, de desniveles de 2 ó 3 escalones; todo, muy reducido, como por falta de espacio, o por inquietud de utilización social o igualitaria o utilitaria, y no suntuosa, del espacio disponible. Inescapablemente, un ambiente moderno.
Construcciones superpuestas
K¬ Es curiosa la coincidencia, en este mismo sitio, del "modernismo" de las escalinatas de acceso y del "modernismo" de la utilización del espacio.
K¬ Una superficie de unas nueve hectáreas totalmente hormigonadas, para captación de agua de lluvia, y su conducción a un estanque. En realidad, es notable que el hormigonado no parece haber sido solamente una técnica de impermeabilización de la cuenca de recolección de agua, sino una norma generalizada utilizada también como piso en, y alrededor de, edificios.
K¬ El nombre Kohunlich es otro de esos inventados recientemente, y ni siquiera significa algo - en maya, o en ningún otro idioma; eso lo sabemos de la boca de su inventor, uno de los arqueólogos con quienes platicamos en Mérida.
Resulta, según nos contó, que cuando él vino a investigar el sitio después de su descubrimiento por un lugareño - el mismo lugareño que, ahora, es el celador vitalicio - preguntó el nombre del lugar, y se le dijo Cohoon Ridge. El ingenioso, y se supone muy patriota, arqueólogo lo cambió a Kohunrich; pero como en la lengua maya la "r" no existe, lo ajustó a Kohunlich. Interesantemente, la denominación anglófona no había venido de cercano Belice sino de mucho más lejos: de Vespuccia; de los tiempos cuando una empresa maderera vespucciana peló esta zona de todos sus cedros y todas sus caobas. Y tienen que haber sido enormes, a juzgar por un tocón que vimos, de dimensiones casi amazónicas.
K¬ Volviendo al descubrimiento del sitio, no fue obra de su descubridor sino de unos chanchos silvestres; bueno, tampoco de los chanchos silvestres sino de unos saqueadores de reliquias arqueológicas.