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Nosotros, entre las repeticiones, en peor, de lo que vimos en otras partes, en mejor, encontramos de interés lo siguiente.

T~Tulum es uno de los pocos sitios mayas amurallados; y el único tan herméticamente enclaustrado entre su imponente muralla por tres costados y el acantilado cayendo por el cuarto. Dicho muro, curiosamente, era más ancho que alto, para dar lugar, en su parte alta, a una franja de circulación detrás de un parapete; tenía, y todavía tiene en su base, un espesor de 6 metros; y tenía, y todavía por lugares tiene, entre 3 y 5 metros de altura.

T~ En Tulum se dan, entre construcciones de antropometría normal, construcciones
si bien, por otra parte, bien proporcionadas, tan diminutas que despertaron y nutren la creencia de que existió una raza de enanos. "Absurdo; nada de enanos; simples adoratorios", dicen los académicos. Tal vez, pero un adorante no es un espíritu, y de alguna manera tenía que caber dentro de esos mini-edificios de hasta tres y cuatro entradas. Nosotros, para entrar a este tipo de edificios tuvimos que hacerlo a gatas; y una vez adentro, no hubo más lugar en altura que para quedar sentados en el suelo.



Tulum, las ruinas

Estos mini-edificios se dan no sólo en Tulum sino en otros sitios a lo largo de la costa, y en islas vecinas. ¿No pueden haber sido edificios para enanos, no como raza sino como individuos de la raza maya, con posición especial dentro de la sociedad?

T~Tulum tiene la especialidad de un personaje en posición bastante incómoda, nada más que mirándolo: piernas flotando hacia arriba en ingravedad, cuerpo visto de espalda, siguiendo hacia abajo, pero la cara mirando, no hacia abajo como sería lo anatómicamente normal en esa posición, sino abruptamente hacia adelante en su posición normal como si el personaje fuera en posición parada, por una angulación del cuello de 90 grados o más, y finalmente, los brazos extendidos hacia abajo, manos unidas, alguien evidentemente flotando en bajada desde lo alto; evidentemente, para los arqueólogos, un dios bajando del cielo, un Dios Descendente como se dio en llamarlo - no necesariamente, se nos dice, el Sol, sino quizás la Lluvia, el Rayo, en fin, cualquier cosa menos un cosmonauta.

Estos dioses descendentes, creemos haberlos visto ya en Sayil.

T~En Tulum, hablando de dioses, vimos un mascarón de Chac; en ello, nada extraordinario; lo vimos en la esquina de un edificio; en ello, nada especial; pero, en vez de verlo formado por el habitual mosaico de piedras talladas, lo vimos moldeado en el propio edificio, con la arista de la esquina a manera de nariz, aquí, no de elefante.

T~En Tulum, pudimos ver en práctica lo que, en otros sitios, había quedado solamente teórico: el análisis de la extraña técnica constructora, de ir >>>>>>>>