CC En el museo arqueológico - porque Cancún realmente se esmera - tres cosas notables:
1) la total falta de iluminación, con las consiguientes, dificultad, a veces >> imposibilidad, de ver lo expuesto;
2) la falta de ventilación;
3) entre lo expuesto, un personaje sentado en una cueva, pieza (rudimentaria) >> encontrada en la zona de Cancún pero reminiscente de los personajes-con->>>cuevas (artísticos) de los Olmecas.
CC Ahora, sabemos a dónde iban todos los turistas septentrionales y boreales navegando por las arterias viales mexicanas, por lo menos muchos de ellos: a Cancún; en una sola mañana, vimos coches de Washington, Florida, Tennessee, Québec, Idaho, Ontario, etc.
CC Los colores del mar, en Cancún, deben de incluir un hermoso turquesa translúcido; así, por lo menos, lo vislumbramos durante cinco a diez segundos por una breve fisura en el hermetismo de construcciones que ya destruyeron lo que, tal vez, otrora, era Cancún.
CC Los turistas de Cancún nos hacen pensar en los turistas de Acapulco, por su dudoso deambular sin propósito, no sabiendo dónde agarrarse, qué hacer, sus caras reflejando más vaciedad que deleite.
CC Carteles limitan la velocidad a 40 kilómetros por hora; algunos, explícitos, casi implorando: "La velocidad máxima en las calles de Cancún es de 40 kilómetros por hora. Respétela." Pero los autitos, como golondrinas, disparan a diestra y siniestra.
Salvo cuando un atascamiento de vehículos imposibilita tales proezas - lo que ocurre con suficiente frecuencia como para poder pronosticar con divertido sardonismo y certeza que, de seguir el desarrollo de Cancún como se perfila, el congestionamiento de tráfico pronto embrutecerá los turistas venidos aquí para escapar de sus propios congestionamientos de tráfico, tanto como en sus ciudades de origen.
CC De ahora en adelante, tendremos que observar cómo, en otros lugares y otros países, la gente agrega aire a sus neumáticos. En el amplio puesto de nafta donde, muy gentilmente, nos dieron hospitalidad para la duración de nuestra espera, tenemos centenares de oportunidades de ver cómo la gente agrega aire a sus neumáticos, aquí; y es un espectáculo.
1) Nunca nadie agrega aire sistemáticamente a las cuatro ruedas - siempre es sólo una rueda o dos;
2) 98/oo no usa manómetro - pone un poco de aire, y se endereza para obtener un sonograma del neumático a patadas o puñetazos, o se aleja para observar su obra con ojo de artista;
3) las mujeres - y no hay que subestimarlas, dos o tres aparecen entre cada 100 agregadores de aire - guardan su femineidad aun en tan indecoroso trance: >>>>>>>> >>>>>>>>