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Para aumentar el desdén o el entusiasmo suscitado, según cada cual, por tales contactos de larga distancia, he aquí un tercer caso; no directamente en Chichén Itzá, más bien en Punta Progreso, en la cercana costa de Yucatán; y esta vez - después del Lejano Occidente (o sea Asia), y del Sur (Panamá y Colombia) - un caso de contacto con el Lejano Oriente (o sea Europa).

Resulta - y no por rumores de cultores de exotismo sino por noticia periodística del momento - que, en 1972, en Punta Progreso, un parroquiano fue a la playa a juntar un poco de arena en un balde, y como la quería bien limpia, descartó la primera palada y se fue a una segunda palada de profundidad ... donde dio con una bolita de conglomerado de arena; justamente lo que no quería; recogió la bolita con la mano y, de mal humor, la arrojó contra el malecón.

Adentro de la bolita rota, arena verdosa y un disco de metal, con cara humana de un lado, y un búho del otro lado; disco de metal reconocido más tarde, por otra persona, como un tetradracma griego antiguo ...

No podemos no mencionar cuatro cosas más en Chichén Itzá, si no por otra razón, por la razón de que no vimos cosas iguales hasta ahora.

[1] Un zigurat templar de unos diez metros de altura, con restos del templo encima, levantado sepultando la entrada a una gruta de doce metros de profundidad, más profunda que ancha; con un pozo de acceso desde el templo, por el zigurat, hasta la gruta. De nombre El Osario, por los entierros y ofrendas en la gruta.

[2] Un observatorio; pero no como cualquier sitio desde donde se observa, ni siquiera una torre en atalaya como en Palenque, sino un Observatorio con Mayúscula, igualito, en su forma, a cualquier observatorio astronómico normal moderno, de macizo cuerpo cilíndrico, e impresionante domo; con el domo coronado de una última galería, en redondo, de aperturas. Por la alineación de las aperturas, se supone que era éste un observatorio no sólo por forma sino también por función - uno de los lugares donde los Mayas, con o sin Itzaes, perfeccionaban la sorprendente precisión de su astronomía, sin Kopernik, sin Galileo, sin el más mínimo de los instrumentos más tarde imprescindibles en Europa; en realidad, no se sabe cómo.

De nombre El Caracol. Pero, inútil buscar un edificio en caracol. El caracol es la escalera interna. Así como en Palenque, la escalera no arranca desde el piso, sino bastante más alto.


El Caracol, con, en la distancia, el Templo Mayor

Como tantas cosas en Chichén Itzá, este Observatorio tiene su velo de misterio. Su forma cilíndrica no es indígena de Yucatán; se la conoce de la comarca de aquellos otros, extraños, mayáfonos, sin contacto terrestre con estos mayáfonos, en la Huasteca, donde servía para templos del dios del Aire.