Itzaes invitados; o quién sabe, de los Itzaes siendo los propios Mayas. Bien curioso. Y mejor ser espectadores que tratar de aclarar la cosa. De todos modos, muy interesante.
Debajo de este Templo de los Guerreros, o sea dentro de la substancial plataforma que le sirve de soporte, hay, como aparentemente ya no tendríamos que sorprendernos, otro templo. Este, por su condición de sepultado, conservó mejor los colores de sus pilares esculpidos. Es notable cómo esos paraborígenes precolonenses no escatimaban, y cómo se podían permitir el lujo de no escatimar, el tiempo, la labor, los medios, para acumular la doble expresión de colorear por encima de bajorrelieves. Y es notable cómo les parecía natural sepultar tanto esfuerzo para levantar algo mejor y mayor.
No igual suerte tuvieron murales que, hoy, se conoce sólo por copias porque los originales no sobrevivieron su exhumación. Lo curioso es que, en esta comarca sin agua de superficie, uno de los murales representaba un paisaje con gran superficie de agua y tres barcos para cuatro/cinco personas cada uno. ¿Representación de un recuerdo de otra parte?
\/\ Frente a la entrada a este Templo de los Guerreros, es el lugar para ver un chacmol.
║║║ En la inmediata vecindad, es el lugar para ver, en grandes cantidades, pilares en hileras cubiertos de pie a cabeza y por los cuatro costados, por bajorrelieves, con dos temas, guerreros y cabezas de Serpiente Emplumada; estas cabezas de serpientes, vistas de frente con una cabeza de dios asomando, se supone que saliendo, de las fauces. A pesar de la intemperie, todavía con sombras de colores.
Ф El lugar para ver jaguares y águilas deleitándose con corazones humanos es la Plataforma de los Jaguares y Aguilas. Es de interés saber que los jaguares y águilas grabados en tableros de piedra no son simplemente una simbología de poder y ferocidad sino que simbolizan también las órdenes militares de los Hidalgos Jaguares, de los Hidalgos Aguilas, encargados de conseguir los prisioneros sacrificiales para los corazones.
Sí, Hidalgos, y no, según la terminología oficial, Caballeros, porque nuestra inocencia simplemente no nos permite titular de Caballero a gente que ni noción tenía, ni personalmente ni como sociedad, de la existencia de caballos; cuando Hijos de Algo ciertamente eran. Y que no se nos venga con la evasiva socarrona de que, aun hoy en día, se trata de caballero aun a gente sin caballo; por lo menos, ocurre dentro de una cultura donde, alguna vez, la dignidad de caballero estaba ligada con la existencia de caballos.
Pero hay que tratar de no ser demasiado puntilloso, chinchudo, con la terminología de los eruditos.