podrían ser tubos postizos, no se los coloca necesariamente parados y paralelos con los demás tubos, sino, posiblemente, sobresaliendo oblicuamente hacia arriba como si fueran trompetas ceremoniales lanzándose hacia el cielo.
Vimos, y mejor dicho escuchamos, la afinación de tubos, y nos pareció mucho más fácil eliminar las pulsaciones de la desafinación que en un piano, si no por otra razón, por la razón de que el sonido en un órgano sigue el mismo durante cuanto tiempo se quiera, mientras que, en el piano, no solamente empieza con un golpe sino que en seguida se va esfumando.
La afinación de los tubos se ajusta por un medio similar al que se utiliza en un trombón para variar la altura de los sonidos, o sea por un sistema telescópico de alargamiento o acortamiento del tubo.
Eso sí, para afinar los pequeños tubitos, no hay que aproximarse demasiado para que el calor del cuerpo no influya en el metal y la afinación de los tubitos.
Todos los tubos, aun los más grandes, naturalmente, se desafinan por cambios de temperatura, pero hace falta más cambio de temperatura para los grandes que el producido por una circunstancial presencia humana.
Nos sorprendimos al enterarnos de que se fabrica todavía órganos de afinación no temperada, con todas las complicaciones que ello significa, incluyendo la necesidad de tener dos teclas donde es suficiente una sola con la afinación temperada.
Tuvimos una discusión con nuestro guía porque notamos que marcaban los tubos con el nombre de las notas naturales o sostenidas pero nunca bemoles, cuando todo el mundo sabe que, por lo menos en la afinación temperada, la misma tecla, y por lo tanto el mismo tubo, se puede concebir como un sostenido o un bemol, según el contexto, a lo que nuestro guía contestó que los fabricantes de órganos son gente optimista, siempre con tendencia hacia arriba. Pero ello, se lo retribuimos más tarde, cuando le preguntamos los precios de los órganos y él nos dijo que el cielo es el límite, a lo cual le contestamos que, naturalmente, para un instrumento cuyo propósito es cantar la gloria de Dios, es lógico que, para los precios, el cielo sea el límite.
Finalmente, una vista impresiva - quizás más impresiva que todo lo anterior - fue los planes y diagramas de ingeniería especificando las complejidades y las medidas internas y externas de cada detalle de cada órgano - al milímetro, aun cuando los operarios, como toda la población en general de este país, están todavía sumidos en la ineptitud medieval de las pulgadas y sus divisiones.
Al salir de esta fábrica, nos encontramos, en una esquina, con una vista inesperada, y tan original que se merece de por sí una visita a esta ciudad de Lawrence.