La suerte estaba con nosotros; no sólo por la libertad intelectual de aquel sendero, sino también por haber, así, sin siquiera haberlo sabido entonces, iniciado, y por lo tanto estructurado, toda nuestra primera visita de Chichén Itzá de la manera más lógica: cronológicamente, primero lo maya, luego lo tolteca - mientras que, entrando por cualquiera de las dos entradas oficiales, uno se topa primero con parte de lo tolteca, y luego no puede sino confundirse, un poco por aquí, un poco por allá. En nuestros días subsiguientes, recorrimos las ruinas sin preocuparnos ya de cronología.
Y ahora, ¿qué? ¿La mezcolanza visual, o sea los edificios, o la mezcolanza histórica, o sea el cómo de la primera mezcolanza?
C■I Lo histórico - hay que insistir, la mezcolanza histórica.
Haciendo caso omiso del período arcaico de ocupación del lugar del hoy Chichén Itzá, desde un momento desconocido - quizás 1000 a.C., hasta acaso 300 d.C., período cuando hubo un asentamiento del cual ninguna huella quedó pero que ya tenía cerámica, la cual sí sobrevivió; y pasando sin problema, porque problema no hay, por el período puramente maya de Chichén que todavía no podía ser Itzá - del siglo VI o VII al siglo X; llegamos al período de confusión histórica, deleite de quien gusta de pescar en aguas turbias, llegamos al período de aparición y actuación de los Toltecas en Chichén que ahora sí es también Itzá.
Sin ir más lejos, aquí mismo ya surge una total sorpresa - y que nada tiene que ver con la confusión a la cual apuntamos; sorpresa por obra y omisión, otra vez, de los doctos genios que tendrían que guiarnos pero nos mantienen en la ignorancia.
Mientras es de conocimiento general - por lo menos entre aquellos que saben que hubo alguna vez una interferencia no-maya en Chichén Itzá - que esa interferencia fue tolteca, apenas se quiere profundizar un poco el tema, más rápido e invisiblemente que por prestidigitación se esfuman los Toltecas y aparecen los Itzaes. ¿Itzaes - y de dónde éstos aparecieron, si Toltecas son los que cien mil veces se menciona? Hasta que, poquito a poquito se espiga, de muy diversas fuentes, como conocimiento prohibido insinuado sólo a media voz, que hay que aceptar la existencia de los Xiúes, que interfirieron en lo maya de Uxmal, y de los Itzaes que interfirieron en lo maya de Chichén pre-Itzá, así como de los Cocomes, en Mayapán.
Sorpresa que no puede sino suscitar una buena dosis de profundo desdén por los doctorados genios que, dentro de lo que llegó a nuestras manos y que es bastante, hablan siempre de Toltecas, nunca de Itzaes, o si, alguna vez, la palabra Itzá se les escapa, no establecen claramente la relación Tolteca-Itzá para beneficio de las masas y de nosotros.
De manera que tanto más tenemos que agradecer felices casualidades por las siguientes espigas y sus confusiones en cuanto a la relación: ignorados Itzaes - conocidos Toltecas: