Una.
Es fácil (y doloroso) palpar el deterioro que sigue ocurriendo en las ruinas - supuestamente bajo supervisión de conservación que están - comparando una descripción de 10/12 años atrás y la realidad de hoy; por ejemplo, leyendo acerca de preciosas serpientes emplumadas en la cancha de pelota, y viendo solamente tosca mampostería con sólo un cascabel remanente - bellamente tallado, y testigo de lo bello que probablemente era el conjunto antes de que los arqueólogos lo dejaran arruinar; por ejemplo, leyendo acerca de las ochenta habitaciones del Convento "muy adornadas", pero viendo nada de ello, paredes resignadas a su desnudez.
Dos.
Es fácil (y repugnante) descubrir y sufrir el fraude, aunque sólo por desidia sea, cometido, aunque sólo tolerado sea, en perjuicio del público, leyendo en un manual acerca de un esbelto arco abovedado, y viendo en la realidad algo que es ni arco ni abovedado ni esbelto.
Tres.
La cadena de hierro del Adivino casi nunca sirve su propósito de ayuda montañista; más bien sirve de medidor de ineptitud humana; es totalmente increíble ver la gente que se atreve a acometer la escalinata, tratando de utilizar la cadena de maneras que no pueden ser cómodas ni eficaces, como por ejemplo tratando de agarrarse de ella a brazo tendido hacia un costado como si la cadena suelta en la escalinata tuviera la firmeza de una baranda.
Cuatro.
Los cultores de exótico también pasaron por Uxmal. Pero esta vez, nuestra paciencia, habitualmente muy elástica, se contrajo a cero, con historias de "templos de los sagrados misterios", dirigidos hacia el oeste "donde una vez estuvo la tierra madre", y con "antigüedad de 8000/9000 a.C." ... Aunque, queda de interés que existan sesos tan convencidos de tales nociones que las publican ...
Cinco.
Ante el esfuerzo vertido en el tamaño y las decoraciones de Uxmal, uno se pregunta con más ansia que habitualmente ¿por qué los Mayas lo dejaron todo tan abandonado? ¿Por qué?
Seis.
En Uxmal, como para compensar la profusión de mosaicos, prácticamente no hay glifos.
Hablando de escritura maya, fue no lejos de aquí, en Maní, que los Españoles cometieron uno de sus tantos vandalismos y crímenes contra la cultura humana. En Maní fue que el obispo Diego de Landa cometió el crimen de quemar, como obras demoníacas, todos los manuscritos mayas que pudo encontrar - y como esos manuscritos no eran novelitas de diversión sino depositarios de nociones intelectuales, con ellos también quemó gran parte de lo que, hoy, sería invaluable para conocer y comprender mucho de la cultura maya.
Lo que no se entiende es que, al mismo tiempo, hacía un compendio de la civilización que destruía. Es en sus escritos que vimos que escribía Cuculcán con C y no con K.