¶ Monasterio (bis).
Cultores de lo extracontinental también encontrarán su dicha en lo que llamamos Monasterio en vez de Palacio - y nótese, incidentalmente, que los propios arqueólogos se refieren a celdas para sacerdotes.
> Hay, en el Monasterio, un bajorrelieve, con posición estilizada de la mano en procedencia directa de un dibujo asiático suroriental, y con una posición de las piernas dobladas, y con dos felinos a manera de asiento, también en línea directa de un dibujo asiático suroriental.
Pero, tan importante como la existencia misma de los susodichos rasgos, es la reacción contrastante frente a estos rasgos por parte de los turistas asiáticos y de los turistas europeos - como vívido testimonio inconsciente de gente que indudablemente reacciona sin ser prejuiciada a favor o en contra por razones académicas
Según nos comentó uno de los guías, los Europeos, salvo algún erudito, ni se dan cuenta de las analogías si él no se las menciona, y entonces, las encuentran de interés sólo intelectual; mientras que los Asiáticos reaccionan espontánea- y emocionalmente ante la sorpresa de encontrar inesperadamente, aquí, sus propios rasgos culturales.
Como anécdota, nos contó el guía que, una vez, le tocó algún ministro asiático, con su comitiva e intérprete; frente al bajorrelieve del Monasterio, el ministro y sus acompañantes, después de la reacción de encontrar inesperadamente algo conocido, y después de escuchar cortésmente la explicación del guía - cinco minutos - se largaron en un animado intercambio de observaciones y comentarios - quince minutos - lo que hizo sentirse al guía, el supuesto experto en la materia, algo ridículo con sus cinco minutos de explicaciones.
¿Quién sabe qué se vería si se viera los 99/oo de las decoraciones ahora desaparecidos?
> Por otra parte, para aquellos que altivamente desdeñan lo extracontinental, en Palenque tampoco falta lo muy extraño - y, a la vez, muy palpable.
En una pared del Monasterio, que alguna vez estuvo cubierta por una escena en estuco, sólo queda (bueno, quedaba cuando nosotros estuvimos, quién sabe cuánto tiempo durará) una mano, pero una mano muy especial: con seis dedos.
Los seis dedos
Parece que seis dedos andaban por consangüinidad en la familia reinante de Palenque: Pacal, el personaje enterrado en la cripta del zigurat, parece que tenía seis dedos en los pies; su madre, también tenía seis dedos en los pies; y su hijo, tenía seis dedos en las manos y los pies. Así se dice.