de interés, y son elegantes, no merecen tanta fama; y los fantasmas de decoraciones que quedan, merecen una apreciación, un interés, reverenciosos, mas no una fama bombástica. Por ende, la desilusión.
Palenque como está hoy, puede impresionar solamente a aquellos que lo descubren contra el trasfondo de su convicción de que los "indios" precolonenses eran una horda de paleolíticos capaces sólo de salvajismo. Los demás, sólo notarán con interés, que el sitio ya estaba ocupado contemporáneamente con los últimos siglos del imperio romano, pero que lo que se ve se estima a los años 600-900 d.C., y apreciarán con tranquilo interés los restos de adornos en los edificios sobrevivientes - de los cuales hay un buen puñado. Al respecto, la desilusión se debe a la disproporción entre las "decoraciones exquisitas" prometidas y las decoraciones que realmente hay; no a la falta de edificios.
Para nosotros, Palenque es como sigue.
Palenque es otro punto en nuestra curva providencialmente ascendente, como a propósito didáctica, iniciada en aquellos montículos y túmulos pelados, en Vespuccia. Pero este nuevo punto no significa superación por encima del punto anterior, El Tajín, sino diversificación, lo que es por igual enriquecedor.
Si bien los dos sitios utilizan estructuralmente los mismos recursos, plataformas, poliplataformas, hasta zigurates, como exaltación y ostensorios de edificios ceremoniales, todo lo que El Tajín es, Palenque no lo es, y todo lo que Palenque es, El Tajín no lo es.
Lapidariamente dicho, Palenque, por las líneas generales de sus edificios, podría estar en Europa, El Tajín, con el impacto del Zigurat de los Nichos, nunca.
Empero, para mayor exactitud, hay que tener presente que, si bien las sobrias y elegantemente geométricas siluetas de los edificios palencanos hasta imponen evocaciones europeas, no así la temática y la factura de los adornos.
Otra impresión general suscitada por la combinación, de los edificios como se los ve, y de la visualización - no de la temática ni de la factura, sino de la filosofía estética - de los adornos en toda su integralidad original, se podría expresar evocando una combinación de edificios de simplicidad clásica o románica con adornos de exuberancia barroca. Y agregarle, en imaginación, todos los coloridos que eran propios de los adornos ya pasa de nuestra capacidad.
Entrando en más detalles, dos rasgos, uno, estructural, uno, decorativo, llamaron nuestra atención.
• Primer rasgo. El uso múltiple del falso arco o, para llamar las cosas por su nombre, del ángulo truncado maya.