En uno de estos minisantuarios, todavía se ve restos de moldeados en estuco a lo largo de sus paredes. Es el minisantuario titulado "Tumba de los Nueve Señores de la Noche". Hay que admitir que suena romántico-impresionante. Lo que se ve, no es un milésimo de esta megalonimia.
Hay que reconocer, empero, la posibilidad de que, al ser descubierto y arrancado de su sueño milenario, dicho minisantuario se merecía tan grandiosa denominación porque, por su descripción de entonces, tenía todas sus paredes y relieves pintados en rojo, también los huesos, pintados en rojo, y también unos cuadraditos recortados de conchas, pintados en rojo.
Dos otros tales minisantuarios son tremendamente húmedos por dentro, y con indudable olor a mar; se explica por la impregnación de las conchas - más bien polvo de conchas - por la humedad.
* Hay unos entierros en espaciosas campanas de barro, como macetas invertidas, de aproximadamente un metro de alto y un metro de diámetro mayor.
* Los entierros de la gente común no se merecían minisantuarios ni macetas invertidas; se encuentran debajo de la casa o del patio del difunto.
* Hay también restos de relieves moldeados en estuco, totalmente ruinosos pero de extensiones suficientes para destacar su importancia original.
* Y hay una terrible y lastimosa ilustración de las barbaridades cometidas en nombre de restauración arqueológica; en este caso, se ocurrió a algún genio arqueológico agregarle a una pared y unas pilastras un poco más de pared y un poco más de pilastra, que no agregan absolutamente nada que uno no se podía haber imaginado, asentando los ladrillos - hay que reconocer que éstos, originales - en mezcla del más puro cemento bien alisado, en contraste criminal con la venerable patina de la mezcla de polvo de conchas de los Mayas.
En cuanto a antigüedad, Comalcalco es de la época llamada clásica de los Mayas. Algunas opiniones le dan toda la época, entre 300 y 900 d.C. Otras opiniones lo limitan a la segunda mitad, de 600 a 900 d.C.
El nombre Comalcalco, curiosamente, no es maya sino náhuatl; incidentalmente, presenta otro delicioso desacuerdo en el significado atribuido a un topónimo.
Dictamen I : "lugar de los ladrillos".
Dictamen II : "lugar de la casa de los comales".
Claro, por ecuanimidad, se puede observar que fuego y ladrillos no son tan ajenos; pero intercambiables no son.