velocidad, para ... pedir una contribución para un político local - en este caso, una política local. De nosotros, en vez del tintineo de dinero, escucharon unas palabras bien apropiadas.
Ciudad de Minatitlán. Ensueño de un pintor; como inspiración de su paleta, por la multiplicidad de colores indescriptibles saliendo de docenas de chimeneas de fraccionadoras de petróleo.
Entre Minatitlán y Coatzacoalcos. Sudario de contaminación. No de la carretera propia, sino sin fin a la vista. Nos sentimos en ciertas partes de Vespuccia.
Pasando por Coatzacoalcos. En la Avenida de La Revolución, en la esquina del número 1.000, se yergue una ilustración intensamente apropiada de una de nuestras cogitaciones recientes: una cabeza colosal, una cabeza de un grupo étnico bien definido, y de expresión innegable. ¿Cómo es que nadie mide su altura, nadie estima su peso, nadie escribe su historia? - ¿porque no cumple los requisitos de exotismo y/o antigüedad? Ah, si esa cabeza sólo fuese - para dar un ejemplo - italiana - perdón, italiana antigua se entiende - y en mármol de Carrara, ya estaría en un museo.
Saliendo de Coatzacoalcos.
Otras grandes instalaciones petroleras.
La salida se ha tornado más bien fuga de Coatzacoalcos, ventanillas cerradas a pesar del calor.
Probablemente nadie sabría exactamente dónde, pero, en alguna parte por aquí, estamos por cruzar otra vez las pisadas de Hernán Cortés; esta vez, de cuando, en 1524, Cortés inició, en la costa cercana, una marcha que lo llevaría, por una amplia curva por el sur de Yucatán y por El Petén, hasta la hoy costa caribe guatemalteca.
Fue durante esta marcha, en 1525, que, según ya mencionado, Cortés asesinó al último emperador azteca, Cuauhtémoc - el de los pies asados por Cortés - y a varios otros jerarcas aztecas.
Es muy de notar que dicha marcha, que debió de ser terrible - como único ejemplo, incluyó la construcción de un puente de maderos, de casi medio-kilómetro - Cortés la emprendió no, como sería demasiado fácil suponer, para agraviar, matar, explotar, adicionales legítimos paraborígenes americanos, sino para sorprender por atrás, y someter, a un núcleo de Españoles, de alguna manera y por alguna causa, rebeldes, en la costa del Caribe.
Falta poco para La Venta, pero falta menos para oscuridad total. Y los imprevistos irracionales del pavimento mexicano son demasiado peligrosos. Y justo aquí, porque justo aquí acabamos de pasar del estado de Veracruz al estado de Tabasco, hay un puesto de control sanitario de camiones; aquí vamos a pernoctar.