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Pero, por otra parte, la sección olmeca del museo de Xalapa también expone, bajo rubro olmeca, otras cabezas, de un tipo que parece un desafío a las cabezas colosales, de basalto; cabecitas de barro, diminutas, de no más de 8 centímetros de altura y ... totalmente asiáticas en vez de negroides; algo que nuestra simple cabeza no se pudo tragar.

Inquirimos con los arqueólogos del museo. ¿Cómo se podía entender que la misma civilización ilustraba, tanto negroides como chinos - ninguna de estas dos razas, asociadas con América - y nunca ilustraba el tipo habitual mongoloide americano?

Contestación.

Solamente las cabezas colosales son realmente lo que se dio en llamar olmeca - ya que hasta el nombre de la civilización que las produjo nos es totalmente desconocido. Las cabezas pequeñas sólo fueron encontradas en la misma región general de los así-llamados Olmecas, pero hay siglos de diferencia entre las épocas de producción de unas y otras; y es por esta razón muy irracional que también se las llama olmecas aunque no lo sean.

O En cuanto a lo negroide, se entiende no de Africa sino de Melanesia. [Hablando de Melanesia, agregamos nosotros, no olvidar las aducidas influencias melanesias en varios sitios de América del Sur, como ser Bolivia, Perú y Panamá.]

O En cuanto, a lo chino, mejor dicho sinoide para no arriesgarse demasiado, y lo no-mongoloide americano habitual, se acumuló ya demasiados indicios para seguir negando contactos múltiples precolonenses entre América y los demás continentes.  Las nuevas generaciones de arqueólogos lo van aceptando.

Así fue nuestra visita a lo olmeca del museo de Xalapa.

Ahora, a ver este museo.

Muy pocas piezas, y entre éstas, aun menos, de interés para nosotros.

Dos de las famosas cabezas colosales negroides olmecas (en realidad, una, en el patio del museo, y la otra, en la plaza central frente al museo). Ambas, muy inferiores - en factura y expresión - a aquellas admiradas en Xalapa, como de inepto primitivismo, si no fuese que la fecha que se les asigna a éstas es más tardía, por lo que hay que considerar la inferioridad no como primitivismo sino como decadencia, aunque parece difícil aceptar semejante decaimiento después de semejante cúspide.

  De todos modos, es precisamente esta tosquedad que tiene interés para nosotros porque así se ve que no todo lo olmeca es milagrosamente perfecto y, por lo tanto, lo perfecto adquiere más valor todavía.

  Por otra parte, aquí, más que antes, frente a estas cabezas imperfectas, estamos inconvencidos por la teoría negroide: la chatura de la nariz, se >>>>>>>>