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sin más ingredientes adicionales que agua, sal, a veces ni siquiera levadura; como ser quesos (de Francia) que no sean una masa de sal o un plástico insulso; y buscando - porque, hasta ahora, aquí tampoco encontramos - películas fotográficas de vencimiento a un año o más, de ASA 100, 400 y 1.000, en rollos de 36 fotografías.

Infelizmente, como dirían no Braziú, la práctica demuestra no estar de acuerdo con nuestro esmero teórico: la soldadura de la tapa del diferencial pierde; y siendo que se trata no de un orificio en punta sino de una fisura lineal, tememos que se pueda ir partiendo irremediablemente; sería criminal, ya que estamos aquí, no conseguir una tapa nueva. Pero, en Brownsville no hay. Parece que se puede conseguir de otra ciudad para la semana venidera. Otro atraso, pero seguridad primero.

Por lo menos, no tenemos problema con nuestro dormitorio. Nos encontramos uno agradable, con árboles, pajaritos, pasto; mejor dicho, nos encontramos un tío que nos ofreció su jardín para todo el tiempo que queramos - en realidad, nos ofreció su propia casa, pero nos sentimos mejor usando que abusando, y tomamos el jardín. ¿Quién es ese tío? Pues, el gerente de servicio del taller de Matamoros.

Sí, vivía y trabajaba en México. Todavía trabaja en México, pero ya vive en Vespuccia - y pronto también trabajará en Vespuccia; otro caso de pérdida de una persona talentosa y con inquietudes de progreso por una sociedad que no le puede pagar su justo precio, a favor de una sociedad que sí, le puede pagar; con el resultado de que la sociedad perdedora tiene cada vez más incapaces y la sociedad ganadora, cada vez más capacitados.

Es notable que el tiempo sigue, aquí, tan malo como hace dos meses durante nuestra primera estadía: frío, nublado, lluvioso, ventoso. Claro, más al norte, hay tormentas de nieve, dice la radio. No sin razón, hay aquí una plétora de turistas escapados de Oklahoma, Minnesota, Kansas, muchos otros estados norteños, y de Canadá.

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Varios otros días.

Tenemos la tapa. Conseguimos películas con vencimientos inmejorables (no sin esfuerzo - en otra ciudad, a 40 kilómetros de aquí).

Y tuvimos la oportunidad de aprender que no hay estupidez tan estúpida que no pueda haber una estupidez más estúpida. Otra vez, los transportes escolares; pero, esta vez, desafiando a cualquiera en un concurso de estupideces que invente esta estupidez.