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desastre. Finalmente, se forzó los resortes muertos en un sitio, de manera que, por lo menos, no colgasen sueltos.

A sacar el seguro de la flecha. Nadie sabía. Tuvimos que consultar nuestro manual de mecánico, y detallar al capataz, paso por paso, qué hacer. (A esa altura, ya era penosamente evidente que el tal "capataz" era un mecánico sin muchas luces, y que los "mecánicos" eran aprendices principiantes.)

Salió el seguro, salió la flecha, salió el sello roto.  Ahora, el repuesto.

- Sí, pero sellos así, no hay.
- ¿Cómo que no hay; no me aseguró que había?
- Sellos así no hay, acá se hacen todo de hule, y hay que ver si hay la > medida.

¿Andar, nosotros, por El Petén, con un sello de goma burda apta a deformarse a corto plazo? No, señor. Hicimos colocar nuestro sello de repuesto, con su soporte de metal, y su labio de fina goma delicadamente ajustada por un aro de resorte sin fin.

Así fue en el renglón de mecánica.

En el renglón de organización de trabajo, mismo desastre.

No una sola cosa - que se sabía de antemano que se iba a necesitar - se acercó a mano con antelación para el momento cuando se iría a necesitar; ni el aceite del diferencial, ni el sellador de la tapa, ni los cuatro bulones y tuercas; cada vez, demora de media hora.

Cuando quisieron colocar el aceite en el diferencial - por gravedad, porque bomba o jeringa no tenían - descubrieron que aceite de viscosidad 140, por una manguera angosta, nada quiere saber de gravedad; no una gota pasó. A rebuscar una bomba o jeringa de aceite por la ciudad; otra media hora.

Cuando apareció la bomba, ya tenía aceite - del 140, se nos aseguró. Pero como nuestra intención era no poner aceite nuevo - y de incierta filiación - sino el nuestro de vuelta, se canjeó el aceite nuevo de ellos y el aceite nuestro usado, de la manera más eficaz y radical: antes de que pudiéramos creer nuestros ojos, echaron el aceite nuestro usado en el recipiente de la bomba, junto con el nuevo ...

A llenar el diferencial, pues; pero, una vez bien llenito, rebosante ... ¿dónde está el tapón? ¡El tapón! Mientras chorreaba el aceite, el tapón no quería aparecer ...

En el renglón seguridad personal, mismo desastre.

Total desprecio por la vida misma de los operarios - e, increíblemente, por parte de los operarios mismos.  Se metían debajo del vehículo sostenido sólo >>>>>>>>