cualquier envergadura. O quizás sería una vergüenza tener tanto espacio inútil que no rinde impuestos al fisco como zona edificada; sería una vergüenza tener tanta leña y madera que de nada sirve, salvo para sólo dar sombra, descansar la vista, descansar la mente, y albergar pájaros; qué lindo sería arrasar con todo y volverse moderno, con un estacionamiento de pavimento desnudo para quizás 800 coches. Hay que aclarar, sin embargo, que esta notable arboleda no fue plantada como plaza central de pueblo sino como entrada a una antigua hacienda, de la cual todavía hay ruinas.
Los quince minutos antes de llegar a este pueblo fueron una bajada tan larga, tan precipitosa, tan retorcida, que nos obligó a frenar con la primera, a más de los frenos; y que ostenta una novísima (para nosotros, por lo menos) manera de tomar las curvas: el tráfico bajando, toma las curvas siempre por el lado interno, o sea puntiagudo, y el tráfico subiendo, siempre por el lado externo, o sea amplio, lo cual significa que, cada segunda curva, el tráfico se entrecruza, pasando el tráfico del carril derecho/subiendo al izquierdo/ bajando y el tráfico del carril izquierdo/bajando al derecho/subiendo; nos hace acordar de aquel otro sistema de facilitar la ascensión del lado puntiagudo de curvas cerradas, en el Perú, dando al tráfico subiendo, en el lado puntiagudo de las curvas, más de la mitad de la ruta; el mismo principio que éste, pero sin llegar a su extremismo de entrecruzamiento.
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Esta mañana, aun antes de echar a andar, problema. Otra vez, ¿qué mano invisible, qué providencia, qué intuición, nos hizo mirar a donde no teníamos por qué mirar, y descubrir un nuevo insidioso desperfecto mecánico antes de que causara daños mayores, quizás incapacitantes - y qué casualidad o providencia fue que ocurrió ni en el Paso de Cortés ni en tantos otros lugares apartados, sino aquí, a quince kilómetros de la ciudad de Orizaba?
Encontramos la faz interna de una rueda trasera (¡la faz interna, la que no se ve!) empapada de líquido. Primero, pensamos en una pérdida de líquido de freno, después de las intensas y largas frenadas de ayer; pero no; es aceite; reventó un sello de aceite poniendo en peligro los dos semi-ejes, los dos rulemanes y el diferencial. Habrá que ver si toda la cosa no se va a deshacer, o si podremos llegar por cuenta propia a Orizaba.
Ya averiguamos que hay una agencia de nuestra marca. ¿Tendrá el repuesto? Nosotros tenemos uno, pero lo queremos guardar.
Andamos. Todo, silencioso.
Llegamos a la agencia. Otra vez, afortunadamente, no nos quedamos en desamparo, >>>>>>>>