la cueva Coxcatlán donde se encontró las mazorcas que lo comprueban. No habrá nada para ver; más bien será un peregrinaje.
Va cambiando el color de la tierra, con tendencia a pardo clarito; ésta sí se puede creer que, con humedad, es fértil.
Como para confirmarlo, aparecieron algunas parcelas de cultivo.
Se van haciendo cada vez más continuas; qué milagro, tanto verdor después de aquella lividez; incluyendo maíz y caña de azúcar.
Aunque, otra vez, aridez; era más un oasis que otra cosa.
Pueblo de Coxcatlán (Coscatlán). Por aquí tendría que ser.
No, aquí no es; un poco más lejos; un paraje a mitad de camino entre Coxcatlán y Teotitlán.
Sí; nos conseguimos un lugareño de guía, y vamos.
¡Por fin! El alivio de llegar en un solo pedazo. Muy exóticos, a veces hasta angustiadores, estos quizás cuatro retorcidos kilómetros de huella de acceso por entre el bosque de altos cactos.
¿Y qué vemos? Bueno, no sabemos qué vemos, si una cueva o un alero, tan destruido está el sitio. En vez del suelo - de lo que llamaremos refugio rupestre - hay un pozo revuelto; y todo cuanto formaba el domo del refugio desapareció, por lo que el pozo-ex-suelo está a la intemperie; incluso, lo que era la pared de fondo del refugio fue ahuecado en la roca viva. No se entiende, sería interesante saber, el porqué de tanta destrucción de roca firme en vez de sólo escarbar sedimentos. ¿Quizás algún vestigio arqueológico en la roca, robado con la roca?
Por lo menos, estamos en este lugar singular de América, probablemente de más significado profundo para la humanidad que muchos sitios arqueológicos regulares; y vemos lo que veían los primeros cultivadores de maíz desde su refugio, porque su posición encaramada a mitad de acantilado, naturalmente no cambió - bueno, la vista tampoco la vemos exactamente como ellos porque, ahora, es un mar de cactos grandes como árboles, los que, se supone, entonces no existían.
Tanto desarrollo adquirió la agricultura, y su ayudante, el riego, que también otras cuevas en las inmediaciones fueron elevadas a rango de viviendas por los pioneros-agricultores, como ser la cueva Las Abejas, la cueva Purrón; y que aun hoy existen restos de la represa de Purrón, levantada, se estima, alrededor de 800 a.C. y cuya maqueta vimos en el museo de Puebla.
Es de interés por qué se le ocurrió a algún arqueólogo escarbar aquí y no en otra parte. Veamos.