la costa del estrecho de Behring, en sus vecindades, en toda la franja del continente hasta la baja latitud de Vancouver; en contraste, en latitudes cercanas al estrecho de Magallanes, hay no uno, sino tres sitios muy arcaicos; y, entre estos dos extremos geográficos, los sitios arqueológicos arcaicos aparecen esparcidos bastante parejo.
Es una situación que ya conocíamos pero que nunca habíamos visto ilustrada en un museo. ¿Intencional socavación del mito del estrecho de Behring, o desafortunada coincidencia no percibida por el museógrafo?
Y, finalmente, nuestro encuentro fortuito.
øø Fue con otro trotamundo; otro ciclista; un Brasileño que ya tuvo el aguante físico y psicológico de pedalear desde "o Rio de Janeiro", por Paraguay, Argentina, Chile; luego, por todos los países de la costa pacífica; y luego - después de haber cruzado el Darién a pie - por toda Centro-América, hasta llegar aquí. En el Darién, no fue la bicicleta que llevó al bicicletero, sino el bicicletero que llevó la bicicleta y demás carga - como bien nos lo podíamos haber imaginado.
øø Y se propone llegar hasta Alaska, cruzar longitudinalmente Canadá y pasar a Europa. No se puede no sentir humilde admiración.
øø De agudo interés fue para nosotros cuando nos contó sus aventuras - más bien serias desventuras - en la selva del Darién, y luego.
ø Primero, dio con un grupo de lavadores de oro quienes, en un principio, tomaron muy mal su presencia y, luego, esgrimiendo argumentos tan convincentes como machetes y rifles, exigieron un tributo para dejarlo pasar. No tuvo otro recurso que dejarles su cámara fotográfica.
ø Un tiempo más tarde, misma situación; pero, esta vez, él ya no tenía nada que no le fuese estrictamente indispensable; explicó que lo único que había tenido ya lo había dado a los otros lavadores anteriormente, y lo dejaron pasar.
ø Cuando se presentó a las autoridades en Panamá, le pasó lo que a nosotros cuando nos presentamos a las autoridades en Colombia. Fue acusado de entrada ilegal al país; pero, peor, en su caso: fue encarcelado, y condenado a cinco días de trabajos forzados.
ø Se nos ocurre una frivolidad legal muy interesante: ¿cómo se puede obligar a trabajar a un extranjero en un país donde, por ley, tiene prohibición de trabajar?
ø Aquí, en México, tuvo un accidente que fue serio para su bicicleta, si bien, felizmente, sin mayores consecuencias para su persona: se le metió un coche en el camino (¿cómo podría extrañarnos?); cuando maniobró para >>>>>>>>