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para posarse, volvieron a desaparecer, para siempre; desde entonces, se festejó la ceremonia de los voladores siempre ese mismo día cada año, que es el 18 de junio.

Hoy en día, es un acto de circo, con poste de metal implantado permanentemente en una base de hormigón, con peldaños soldados, sin simbolismo de pájaros en el atuendo, para actuación tantas veces cuantas se junta bastante gente para un mínimo de recaudación.

Por otra parte, se cuenta que esta misma ceremonia religiosa se celebraba también en ciertas islas del Pacífico asiático, lo que, naturalmente, es otro argumento favorito de los propugnadores de contactos precolonenses entre Asia y América.

Y hay que repetir que el Zigurat de los Nichos de El Tajín seguramente pasaría como algo normal en Asia sur-oriental.

Finalmente, oído de uno de los encargados de El Tajín: "Al sur de aquí, al sur del pueblo de Tlapacoyan, a orilla del río Nautla, hay otro gran sitio, de nombre Vega de la Peña, del cual nadie sabe, y que por lo tanto está totalmente cubierto y virgen."

Segunda noche aquí mismo, en silencio perfecto; y mañana, hacia nuestra próxima meta, la fatídica pisada, fatídica para México, del bandido Hernán Cortés, en el islote de Juan de Ulúa frente a la hoy ciudad de Veracruz.

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Esta mañana, primera parada, el mercado de Papantla.

En la plaza central de Papantla, hay un interminable friso de estuco, al cual lo único que le falta para que sea expresivo, sobrecogedor, notable, poderoso >>>>>>>>                         y acribillado por cámaras de turistas (un fotógrafo profesional no se animaría) es que se encuentre en algún lugar de renombre y tenga una edad de 1500/1600 años en vez de los 5/6 años que tiene: una gigantesca serpiente interminable hasta sus 69 metros, formada por una sucesión de alegorías ilustrando la historia del pueblo totonaca, en orden cronológico.

En la misma plaza central de Papantla, hay, en el quiosco de música, otra síntesis; ésta, de dos culturas: la precolonense y la pos-colonense; la bóveda del quiosco tiene un panteón de dioses precolonenses; y las barandas tienen un revestimiento de azulejos de herencia hispánica.