Las 5:15. Ahora sí, un cantazo seguramente de significado indudable porque van respondiéndole voces cada vez más seguidas, hasta volverse tupidas. ¿Será siempre el mismo gallo que da la señal?
El ritual del amanecer. ¿Lograrán hacer levantar el Sol?
Son las 6. Por ahora, nada. Pero son quinientos gallos; habrán de lograrlo; quinientos gallos esforzándose en su ritual.
Las 6:15. Nada. ¿Y si fallan, y no habría otro día?
Ah, 6:30; ya está; el primer albor en el horizonte. Otra vez está teniendo éxito el ritual gallístico.
Sí, 6:45. Luz; empezó otro día; los gallos saltaron de sus perchitas; y nosotros, otra vez más, hacia Teayo.
En camino, más de lo mismo: vistosas, verdeantes, lomas y hasta sierras, variadamente desmontadas para pastoreos al natural y parcelas de cultivo; con un fondo de tenebrosos picos o angulares crestas; viviendas de pared de barro y techo de palma; camino de pura viruela - siempre en segunda, y nunca a más de 30 kilómetros por hora; (camino grandemente marcado de pavimento en el mapa - y no se puede decir que no lo sea); y siempre esos colmenares a dos pasos de la carretera, frecuentemente, cuando algo no lo impide, a no más de quinientos metros entre sí, a razón de unas veinticinco colmenas cada vez, como está ocurriendo ahora mismo.
Tenemos otro problema con los mapas mexicanos; el mapa de cinco años atrás muestra un camino como de tierra, y un mapa de hace catorce años lo muestra de asfalto.
¡Ahá! Resulta ser de asfalto, pero ni de cinco ni de catorce años de antigüedad, aparentemente nuevo, si bien ya con sus marcas de senilidad prematura como el hormigón aquel. No incoincidentalmente, una caseta de peaje. En días pasados, también tuvimos una caseta de peaje; en ambos casos, un soldado armado, guardándola.
Acabamos de comprar nafta; un guarda con arma larga vigilando la estación de expendio. "Sí, contra asalto, Ud. sabe". ¿Debemos tomar estas precauciones como advertencias sin palabras? No nos acordamos de semejante ambiente del otro lado de México.
Un pueblo Buenos Aires. Hay por lo menos dos otros pueblos Buenos Aires en esta parte de México. Hay docenas por toda América; pero ya en Baja California nos cansamos de cazar toponimias sin substancia.
Otros problemas con los mapas mexicanos:
1) un camino, que un mapa muestra saliendo de un pueblo, otro mapa, de otro pueblo, y que nosotros no vimos en ninguno de los dos;
2) un trecho, que, en el mapa más viejo, es de tierra, en el mapa más reciente, es de asfalto, en realidad resultó ser de terracería.