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Una sección, para los solteros; cada soltero, con su techito de dos aguas y su indispensable perchita; fuera de alcance entre sí, porque, si no, habría bronca en el conventillo - así, sólo cantan algo; que es más razonable suponer que son más bien desafíos, si no insultos, que amabilidades. La misma medida precaucional que vimos entre los arrebatosos perros polares en el Artico.



Cada gallo fuera de alcance del otro, sino ... se arma

Otra sección, para los casados; cada harem, en su aposento.

Naturalmente, cada animal tiene su numeración para ir observando y mejorando la cría.

La edad para pelear es de quince meses a tres años. En su mayoría, los gallos tienen una sola pelea en su vida porque quedan demasiado lisiados para más peleas. Algunos, sin embargo, tienen la mala suerte de quedar en condiciones suficientes para una segunda y tercera, a veces cuarta, pelea. Naturalmente, los gallos, a más de tener su instinto natural, reciben entrenamiento - no permanentemente, sólo durante un mes, antes de la pelea, pero entonces intensivamente, cada día; con los dos o tres últimos días antes de la pelea para descanso.

Sí, todo, como decorado de cuento de hadas; los colores, deslumbrantes; los cantos, brillantes; pero nos acordamos de las riñas de gallo en la televisión quisqueyana, creemos que fue, y, no, no, gracias, para nosotros, no.

No nos acordamos si jamás anotamos que, en Quisqueya, hablamos con gente que cría gallos, no precisamente de riña, pero sí con espuelas hiper-desarrolladas, sólo para las espuelas; se las cortan y, no sabemos cómo, las amarran a gallos de riña para más y mayores heridas, y más sangre. Aquí, la cosa es más sádico-técnica todavía: aquí, cortan a los gallos sus espuelas y se las reemplazan por navajas de 2,5 centímetros de largo.  ¡Qué barbaridad!

Nos estamos quedando a pernoctar aquí mismo para ver, al anochecer, todos esos gallos encaramados en sus perchitas respectivas, y para ver cómo es despertarse con un despertador de quinientos gallos de fuerza, y qué pasa al amanecer.

Así que, hoy tampoco llegamos a Teayo.

. .
*

Acaba de explotar un cantazo; es alrededor de las 4:30; pero, evidentemente, en el idioma gallístico no tuvo significado de despertar porque sigue el silencio.  ¿Qué va a pasar ahora?

¡Ahá!  Otro canto; pero otra vez solitario y seguido de silencio.