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Día siguiente, de tarde; no en Teayo, sino, y por segunda vez, en la aldea de Macustepetla, escrito Macuxtepetla; la x vale s.

Y es una maravilla el que el vehículo esté todavía de una sola pieza. De verdad, ni hubiésemos pensado en soñar que semejante aventura vial nos podría ocurrir aquí, después de tanto que ya sufrimos en esta Expedición. Vencimos nuestra marca anterior de lentitud; o quizás, mejor, establecimos una nueva marca de lentitud en una nueva categoría.

Resulta que, ayer, el camino se puso peor, y fue poniéndose peor; de asfalto regular, a asfalto malo, a vestigio de asfalto, a tierra mala, y peor, y peor, a huella de huecos cada vez más hondos, abruptos, desparejos, inevitables, obligando a una lucha épica, en primera, en baja, en primera, en neutro, y una lucha potencialmente mortal, mandando el vehículo en convulsiones incontrolables e inevitables a pesar del esmero y de la lentitud desesperados; como una barca en un mar embravecido; y fue anocheciendo; y se hizo de noche; y siguieron las convulsiones a la luz de los faros, con la agravante de no poder juzgar y elegir por dónde pasar, con el peligro de meterse por un lugar aparentemente menos malo pero luego impasable; y en la oscuridad empezaron trechos con barro; en uno, nos quedamos atascados; nos salvó la doble transmisión en baja; seguimos en doble transmisión en previsión de otros barriales; eso nos salvó más que de quedarnos atascados en barro: en la oscuridad, no nos dimos cuenta sino hasta casi demasiado tarde de que, en una curva, había un corte de erosión atravesado en el camino, corte hundiéndose hacia el costado del barranco; pudimos evitarlo con las ruedas delanteras, pero una trasera cayó en el corte, de costados friables, y sólo el agarre de la tracción de las ruedas delanteras nos salvó de deslizarnos por el corte y caer por el barranco.

En un momento dado, se nos ocurrió fijarnos en el reloj y en el cuenta-kilómetros; bueno, cuando alcanzamos un pueblo, que resultó ser San Felipe, y la punta de un nuevo pavimento, habíamos recorrido 13 kilómetros en 2 horas y 20 minutos, o sea aproximada mente un poco más de 5,5 kilómetros por hora ... ("aproximadamente" porque es muy curioso dividir 13 kilómetros por 2 horas y 20 minutos; hay dos maneras, y ninguna da resultado perfecto). De todos modos, una marca de lentitud sobre distancia corta; nuestra marca de lentitud sobre distancia larga (todo un día) fue en el Perú, alrededor de 10/11 kilómetros por hora - todo el día - si bien nos acordamos.

En los diez primeros metros del pavimento, en el medio del pueblo, pasamos la noche; o sea de ayer para hoy.