decir con una sonrisa: "para visitar el país"; lo que, pensándolo bien, es lo que, correcta- y verdaderamente vamos a hacer, como siempre en todos los países, sin limitarnos a un solo tema.
Bien; ahora, hacia el Refugio, pues. Sabemos que, justamente ahora, es la gran época cuando miles de pájaros migratorios se radican allí para un invierno relativamente templado. También sabemos que, a más de grandes cantidades en números, hay grandes cantidades en especies: entre pájaros indígenas y pájaros migratorios, unas 350 especies; desde pelicanes, pájaros espátulas y grullas, a pavos, gansos y patos silvestres. Podría ser grandioso.
De este lado de San Antonio hacia la costa, todo, llano - en parte, en pastajes naturales (bastante pobres, quizás por el invierno), en parte, en campos arados esperando la primavera; todo, en grandes extensiones. Nos hace acordar de la Argentina, salvo que, aquí, sólo los pastajes están alambrados, los cultivos no están, mientras que, en la Argentina, todo está siempre alambrado.
Vimos el Refugio, incluyendo su costa de mar.
Llegamos de tardecita, que, como es sabido, junto con la madrugada, es el mejor momento para observar fauna. De inmediato, tuvimos la confirmación de que, sin duda, es la gran época - a juzgar por el gentío con el cual tropezamos desde el propio puesto de entrada; porque, en cuanto a animales, ya aproximándonos al lugar, empezamos a sentir una angustia de incertidumbre; ni siquiera un solo pájaro en el cielo; y, una vez adentro, vimos lo siguiente.
Almas en pena, yendo de lugar en lugar, tratando de encontrar algo para ver, siempre con renovada esperanza, y siempre encontrando nada para ver, con estoica desilusión.
En una oportunidad, entrevimos, con mirada instantáneamente clavada y aliento en suspenso, en la confusión de un matorral, dos formas blancas oblongas; sin duda dos pájaros, y sin duda magníficos, altísimos, algo como 1,5 metro/1,8 metro de alto; tratábamos de discernirlos mejor, cuando, vaya qué pájaros, uno extendió su brazo para mostrarle algo al otro, y empezaron a caminar, dos otras almas en pena tratando de descubrir algo para ver.
En otra oportunidad, divisamos otra masa blanca en la gran distancia. La esperanza nunca muere. Apuntamos nuestros binoculares: un cartel ...
En otra oportunidad más, alguien mostró entusiásticamente a sus compañeros, como una valiosa maravilla, una flotilla de cinco o siete pájaros, algún tipo de grullas volando en formación, apenas visibles, como nosotros vimos de cerca, comúnmente, en tantas partes - pero aquí, efectivamente, una maravilla, el único caso de pájaros en vuelo durante toda nuestra estadía.