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[] No, a Houston no vamos. ¿Por qué no volver a la NASA y relajar a nuestras anchas, mirando películas - cuatro películas - con el pretexto de que tratan del espacio cósmico.

Mañana, sin falta, a Houston.

¿Quién dijo que este, nuestro cuarto, centro espacial sería sólo una pasadita?

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Esta mañana, hacia Houston.

Houston a la vista. En la distancia, un extraño núcleo de rascanubes. Extraño, porque surge aparentemente de la llanura; no hay incrementos de alturas de edificios - de repente, de todo horizontal, todo se vuelve vertical. Extraño, por ocupar un área relativamente limitada, y sin embargo tener bastante rascanubes, y sin embargo no tener éstos apretados en una masa repulsiva sino tenerlos espaciados equilibradamente en el espacio ocupado.

Recién, se nos propinó una advertencia: quisimos, como siempre antes de entrar a una ciudad grande, llenar el tanque de nafta; resultó ser imprescindible dejar un depósito en efectivo previo al despacho del combustible. Dijimos que no somos ladrones y fuimos a otra estación. Misma política, salvo que no nos sometieron al insulto, nos dejaron cargar primero y pagar luego; de todos modos, una advertencia de que estamos entrando nuevamente a una zona de alta delincuencia.

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Cuatro días en Houston (pronúnciese, naturalmente, Hiust'n).

HT Dos características captan de inmediato la atención en el centro de Houston - que es la única parte que se puede llamar realmente ciudad, siendo lo demás la habitual infinidad de suburbios de plantas bajas y estacionamientos.

Una característica es, la anchura de las calles, la poca densidad de tráfico y de gente, con la consiguiente agradable comodidad.