→→Y los descubrimientos más sensacionales podrían ser aquellos sin relación con lo susodicho y, por lo tanto, totalmente inimaginables con nuestros conceptos presentes.
Y los estudios serán, a más de visuales, también físicos y químicos, incluyendo, con mucho más exactitud que jamás hasta ahora, ambituras, densidades, composiciones químicas, tanto cualitativas como cuantitativas, estructuras exatómicas, velocidades, distancias, de todo lo mencionado.
Se impone una pregunta: ¿Cómo es ese telescopio capaz de tantas maravillas?
Pues, toda esta tecnología está compactada en un cilindro de sólo 13 metros de largo y 4,3 metros de diámetro, perdido en el espacio. Complementando el telescopio, hay
¤ una cámara fotográfica con dos capabilidades angulares y con un dispositivo >>especial para dividir cada imagen en 2.560.000 puntos de varias intensidades, >>de manera a poder transmitir la imagen, punto por punto, a Tierra;
¤ una cámara fotográfica para luz de extrema debilidad, para tomas de hasta >>10 horas de duración, con un sistema de intensificación electrónica de la >>luz captada;
¤ un espectrógrafo de alta sensibilidad;
¤ un espectrógrafo de alta resolución;
¤ un fotómetro de alta velocidad.
En total, 11,5 toneladas colgadas con gran precisión en órbita.
Y el telescopio propiamente dicho no es ninguna revolución moderna; es simplemente del tipo habitual, de reflexión, inventado hace ya 300 años; y, por colmo, su espejo es de sólo 2,4 metros de diámetro, en contraste con los 5 metros de diámetro de los grandes telescopios terrestres en uso. ¿Entonces?
Entonces, la diferencia está en los 590 kilómetros encima de la atmósfera terrestre; la gran diferencia. Y este concepto de mejorar incalculablemente la percepción del universo colocando un observatorio encima de la inestabilidad, de la humedad, del espesor, de la atmósfera, tampoco es idea nueva. Hace ya 50 años que así lo sugirió un Alemán.
Con todo, cada ingrediente del conjunto es vastamente superior a sus análogos anteriores; y no deja de ser una hazaña tecnológica colgar un observatorio en el espacio y poder apuntarlo con estabilidad, y con una precisión de 0,007 segundo de arco.
Además, este observatorio es reparable, ya sea en su órbita, o trayéndolo de regreso a Tierra.
Así, conoceremos de cerca la violencia, los cataclismos, de un universo que, desde esta Tierra, parecía de eterna apacibilidad.