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La pasadita se estiró, y estiró; a todo el día. Para nuestro deleite, si bien no podían faltar los equipos más espectaculares, como cohetes, cápsulas espaciales, el módulo lunar, ya vistos en Cabo Cañaveral y Huntsville - que, aquí, ignoramos totalmente - hay también equipos menos espectaculares pero sin los cuales los más espectaculares de nada servirían; y hay información. Equipos no expuestos, e información no dada, en los otros centros, suficientes para ocuparnos todo el día. Recién mañana habrá tiempo para organizar nuestras notas.

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Aquí van las notas.

[]  Aprendimos algo en cuanto a historia.

)*( El primer cohete incendiario del cual se tenga conocimiento, e incluso una ilustración, data del año ... 1232; y como no podría ser de otra manera, con dicha fecha, fue chino. En la ilustración, parecen flechas incendiarias, pero disparadas de alguna manera que no es arco, por lo que bien se las puede llamar cohetes.

)*( Pasando a cohetería en su sentido contemporáneo, y en su relación con los viajes cósmicos, el primero en concebir la posibilidad práctica de viajes cósmicos por medio de cohetes no es - confirmando otra vez nuestra aseveración de que el nombre que demasiado fama tiene por un invento no lo inventó sino que sólo recogió un invento seminal anterior por alguien demasiado pionero para haber sido reconocido - no es, pues, uno de los nombres habitualmente citados (no desinteresadamente) sino el desconocido, mejor dicho ignorado, Ruso Konstantin Tsiolkovsky (1857-1935).

Este Tsiolkovsky fue, pues, el primero, en tener la idea; en desarrollar los problemas de este concepto de viajes cósmicos por cohetes; en darse cuenta y calcular que la única manera de escapar a la gravedad terrestre y pasar al espacio exterior es por medio de cohetes de etapas múltiples con encendidos sucesivos; y fue ya en 1903 que diseñó lo que iba a ser su primer cohete, si bien nunca llegó a ensayarlo; basado en combustibles líquidos - hidrógeno líquido y oxígeno líquido.

[]  Aprendimos algo en cuanto a nuestro vecino celestial más cercano.

.). Aprendimos que los científicos, ahora, con su intimidad cada vez mayor con nuestro satélite natural, siguen tan ignorantes como lo eran cuando Selene era sólo una poesía en el cielo, en cuanto a cómo Tierra y Luna unieron sus soledades para viajar en común por el espacio.