Todos estos relatos y observaciones lingüísticas de entre 1660 y 1838 se refieren a los antiguos indígenas - en este caso, por la duda, no nos animamos a utilizar la palabra "paraborígenes" - conocidos en aquella época comúnmente como Mandans, Mandanos, que vivían a lo largo del río Missouri en el área de Nebraska y sur de Dakota, donde se podría haber establecido el grupo reunido de los Galeses de los reciales del Ohio y de los Galeses del delta del Mísisipi.
Lamentablemente, esos Mandanos ya no existen: en 1838 fueron exterminados, incluyendo su último cacique, Mato-Tope, o Cuatro-Osos, por la viruela, salvo 40; estos 40 fueron adoptados, no por bondad sino como esclavos, por la vecina tribu de los Ricaris, o Aricaras; y eventualmente los Dakotas - mejor, y equivocadamente, conocidos como Siu - los exterminaron a ambos, Ricaris/Aricaras y Mandanos, imposibilitando la esperanza de alguna nueva investigación.
¿Y qué puede haber pasado con el segundo grupo de los tres que se separaron en el delta del Mísisipi, él que regresó a Gales a juntar un tercer contingente? De éste, ni los más dedicados estudiosos de legendas y tradiciones pueden seguir la huella, mejor dicho la estela. Nada extraño; al contrario, muy razonable: una tercera expedición ya no se merece la atención de la primera o segunda, máxime que los Galeses nunca pretendieron haber descubierto nuevas tierras. Sólo se sabe, por fuentes totalmente históricas, o sea del historiador español Antonio de Herrera, que Cristóbal Colón encontró, en la isla de Guadalupe, restos de barcos destrozados que sólo podían ser europeos, pero cuya presencia en ese lugar y ese tiempo no supo explicar. ¿Pueden haber sido éstos los restos de la tercera expedición galesa en América? Conjetura; pero sería una buena explicación. Otra explicación sería barcos derivados, por tempestad, del tráfico Iberia-Africa precolonense, según anotamos en Quisqueya.
¿Y qué puede haber pasado, mientras tanto, con Madoc y su tercer grupo? Conjeturas; pero explicarían bastante misterios, de otra manera totalmente herméticos.
¿Podría ser que Madoc y su grupo hayan llegado finalmente a México? Hay quienes sugieren que vivió en México entre los Toltecas, unos veinte años, que enseñó muchas cosas a los autóctonos, desde agricultura a arquitectura, a punto de ser deificado por ellos como el dios Quetzalcóatl, y que el famoso misterio de una serpiente alada o serpiente emplumada en la mitología mexicana sería una derivación del grifo galés que probablemente adornaba su sortija de sellar, siendo así el grifo, para los autóctonos, un prototipo de símbolo de deidad y poder.
Las fechas tradicionales mexicanas de la presencia de un Quetzalcóatl de carne y hueso, de tez clara y con barba, o sea europeo, coinciden con la fecha factible de llegada de Madoc a aquellas tierras. Eventualmente, según la conocida tradición oral mexicana, Quetzalcóatl, un día, decidió navegar hacia >>>>>>>>