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para acomodar o sacar comida, un "sensor computarizado" "automáticamente" indica al consumidor que la "temperatura" interna está subiendo ... (Qué bendición; si no, nadie jamás se podría imaginar que la "temperatura" sube, con la puerta abierta). Y cuando ello ocurre, la heladera es tan futurística que el propio usuario puede "reprogramarla" para mayor frío ... modificando el termóstato ... (Qué invento; ahora, por fin, nos damos cuenta, con un orgullo bien entendible, de la maravilla de que, desde hace decenios, cada vez que teníamos la puerta de nuestra heladera abierta, un "sensor computarizado" - en nuestra cabeza - nos decía que la "temperatura" estaba subiendo adentro, y que "reprogramábamos" la heladera para mayor frío - cerrando la puerta cuanto antes, que es mejor que ajustando el termóstato.)

La maravilla del caso es, que los artistas de publicidad crean que los consumidores son tan idiotas, y se atrevan a explotar esa idiotez; y que los consumidores sean en realidad bastante idiotas como para tragarlo todo. Increíble. Y todo ello, en revista no de segundo o tercer rango, sino de alto renombre y de circulación millonaria. Tenemos la página del anuncio - porque es anuncio a toda página - para ir convenciéndonos en innumerablemente repetidas lecturas de que tal desfachatez realmente existe. Empezamos a sentir el deseo de estudiar un poco Europa para comparar este país no con sus vecinos del sur sino con Europa.

Ah, sí, en una revista, también tropezamos con una incredibilidad literalmente inenarrable; sólo se puede intentar llamarla super-, hiper-abrumadora, abismal, como ficción de otro planeta; lo que, a su vez, re-avivó en nuestra memoria otro caso de incredibilidad igualmente super-, hiper-abrumadora, abismal como ficción de otro planeta, que ya conocíamos de tiempo atrás. Ambos casos, anidados en el sistema impositivo vespucciano, ambos casos que nunca podríamos creer que pudiesen existir en ningún país de esta Tierra si no fuese que tuvimos la prueba a la vista.

Según la revista, el donante de una obra de arte a un museo puede, según la legislación impositiva vespucciana, tomarse una rebaja en sus impuestos a los réditos - aun cuando la obra donada fue obtenida ilegalmente como, por ejemplo, por robo y contrabando de México o Perú ...

El caso re-avivado por lo susodicho en nuestra memoria es que, según el sistema impositivo vespucciano, entre las entradas imponibles figuran ... "embezzled or other illegal income" (entradas por defraudación o de otra manera ilegales); esto, lo tenemos a la vista, negro sobre blanco, impreso por la propia imprenta del gobierno.

Uno no sabe si asombrarse primero por la participación del gobierno en actividades delictivas, cobrando, exigiendo, parte del botín; o por la inocencia de creer que alguien se presente "Yo, Fulano, tal dirección, tal número de identificación, robé un millón, o vendí una tonelada de cocaína, aquí está mi honesto impuesto, y vengo a encarcelarme". Tan vertiginoso, que ni se siente el vértigo.