Hablando en general, Huntsville tiene muchos edificios de interés público - museos, sala de concierto, centro cívico y otros - de importancia mucho mayor que la habitual para una ciudad de su tamaño.
Y la ambitura diurna sigue alrededor de los 35 grados centígrados; a fines de agosto, que tendría que ser fines del verano.
Ah, sí, también tuvimos una entrevista con el diario local. Estos periodistas no nos querían dejar ir, siempre preguntando más cosas, seguramente más allá de lo que jamás publicarán, por interés personal, se supone.
Con el alivio, de la herrumbre solucionada hasta por lo menos el fin de la Expedición, por lo menos así esperamos, y del silenciador cambiado, y de los elásticos arreglados y cambiados - o sea con el vehículo nuevamente en condiciones más aceptables - nos vamos a dar el lujo de dos o tres días en nuestro bosque detrás del campo de concentración, porque es realmente silencioso - mientras toda la gente distinguida se aglutina, por lo visto por deleite personal, alrededor de la electricidad y del agua corriente; nunca se nos hubiese ocurrido imaginar un receptor de televisión colocado entre dos árboles y un gran ventilador ayudando el céfiro silvestre, pero ahora que lo vimos, nos lo imaginamos muy bien.
Después de esta semana en Huntsville, ya no tenemos que preocuparnos si nuestros viajes nos llevarán demasiado al oeste, dentro del territorio de los disparos de motoristas iracundos: en esta misma semana, aquí mismo, en el centro de Huntsville, hubo tres tales casos de disparos de un coche a otro por inconveniencias de tráfico - en un caso, un motorista tocó su bocina para llamar la atención del motorista delante de él que se quedaba parado a pesar de haberse tornado la luz de tráfico de roja a verde; el motorista dormido le pegó un tiro al motorista de la bocina.
En la radiodifusión, otra vez tuvimos el arte de escuchar noticias negativas relacionadas con un lugar próximo a visitar: explotó a la luz del día un escándalo de contaminación mayúscula en el estado de Luisiana, más particularmente en la zona al sur de la ciudad de Baton Rouge. Ahora, se la llama Corredor del Cáncer. En el pueblo de Saint Gabriel, malpartos son a la orden del día: una mujer parece detener la palma, mejor dicho sería probablemente la corona de espinas, con cinco malpartos en cuatro años. Habrá que ver dónde es, para evitar el lugar por muchas leguas.
En la radiodifusión, sigue, naturalmente, el aluvión de predicadores protestantes. Es absolutamente increíble la histeria hipnótica - no sabemos cómo describirlo de otra manera - de esa gente disecando la Biblia libro por libro, capítulo por capítulo, versículo por versículo, palabra por palabra, regurgitando algo que no tiene la más mínima relación con una vida decente diaria.
Estuvimos descubriendo que, a más de los predicadores Aleluya vociferantes que ni se entiende Alabad al Señor, hay predicadores científicos. Con éstos, cada >>>>>>>>