Mientras tanto, del otro lado del sur de la Vespuccia de hoy, Francisco de Coronado, concurrentemente, por lo menos no tenía por qué tener tal angustia de no ser el primero, solamente tenía la agonía de no encontrar oro.
Otra delicia para amantes de misterios fue descubierta un poco más al este de aquí, en el paraje Bat Creek, cerca de Morgantown, en 1885; una piedra con inscripciones, misteriosas hasta hace poco, que sólo recientemente, al mirar la piedra desde otro ángulo, se creyó poder identificar como hebreo antiguo del siglo I antes de Cristo. Cierta o no cierta la aseveración, siempre sospechosa, la inscripción indudablemente tiene bastante substancia para encontrarse en el famoso museo Smithsoniano de Washington, donde, tal vez, la conoceremos.
Más tiempo no nos vamos a quedar en el territorio del jefe paraborigen Tenesí - o Tannassie para hacerlo complicado a la angla. Hacia nuestra próxima meta, de vuelta en Alabama, la ciudad de Huntsville, uno de los varios centros espaciales de Vespuccia. ¿Qué otra cosa se puede aprender respecto a la aventura espacial?
En Huntsville.
Apenas tiempo para encontrarnos un dormitorio, pero que, por gran suerte, resulta satisfactorio de medida: a un costado mismo de la ciudad, un campo de concentración turístico - ah pero con, detrás de los sitios de "acampar" con agua corriente y electricidad, donde todo el mundo se amontona con sus casas rodantes provistas de televisores, una zona de acampar de verdad, sin agua, sin electricidad, y sin gente. Perfecto.
Mañana, veremos el centro espacial.
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Hoy, ilustración de cómo dos esfuerzos igualmente respetables - el del centro espacial del Cabo Cañaveral, y el de este centro espacial - para hacer el público partícipe de la aventura espacial, florecen en resultados totalmente desiguales. En Cabo Cañaveral, hay un ambiente digno, donde parecería que, con sólo estar, ya se aprende; aquí, en Huntsville, la cosa parece inescapablemente un parque de diversión familiar, a pesar de, o más bien a causa de, la buena idea - o no tan buena idea - de muchos quioscos de muestras manejadas por el público, muestras animadas manejables cuyo porcentaje de lúdico, en vez de educativo, parece abundantemente ilustrado por los enjambres de niños asediándolos.
Además, ciertos "experimentos" simplemente toman el público por estúpido. Por ejemplo, en un experimento, el público puede "prender un motor de cohete" con toda una teatralización en cuanto a secuencia supuestamente necesaria de >>>>>>>>