Suerte, que anoche regresamos. Nos despertamos con un mal de garganta; por alguna misteriosa razón, seguramente resultado de los calores - en el Artico o el Altiplano, nunca hubiese ocurrido, mejor dicho, nunca ocurrió. Mejor estar aquí, hoy, para repelerlo que estar viajando.
Tiempo para dedicar unas palabras al folleto que entregan en el sitio Etowah. Refleja dos características bien vespuccianas, en contraste con países más al sur.
Característica una, tan laudable. El esfuerzo omnipresente en Vespuccia, y presente también en Etowah/Itua, para captar y alimentar el interés del público, a veces de manera simple pero eficaz, a veces sin escatimar gasto e ingenio. Dos ejemplos en Etowah mismo.
• Qué manera más fácil y eficaz de despertar interés en las dos estatuas de mármol que colocarlas sobre sus respectivos discos rotativos con rotación manejada, a placer, por el propio público, pudiendo éste hacer girar las estatuas y detenerlas cómo se le antoja, para observarlas por dónde quiera.
•• Qué mejor manera de ilustrar la estructura interna de la quintuple camisa del túmulo de sepelios que por medio de capas moldeadas de plástico translúcido, cada capa, iluminada de otro color, cada color, prendiéndose en sucesión, en sincronización con una explicación grabada y repetible a voluntad.
Característica dos; de "infantilización" del público, o de auto-protección. Considerar solícitamente al público como perfectamente inepto, perfectamente incapaz de cuidarse a sí mismo en las más simples, ordinarias y evidentes circunstancias; algo como adultos de tres a cinco años de edad. Por ejemplo:
→"Con este folleto, tendrá una visita sin peligros" (agregamos nosotros:
en un ambiente tan innocuo y seguro como sería un parque de ciudad).
→"Cuidado, el río no tiene cerco" (destacado en itálicas).
→"Por favor" (sí, así, suplicando) "baje los escalones cuidadosamente" >(agregamos nosotros: unos escalones amplios y con barranda).
O, tal vez, no sea ello para cuidar cariñosamente a esos adultos de tres a cinco años de edad sino para proteger el propio interés de la Administración, porque permea el ambiente que los Vespuccianos están siempre en acecho, como gato en acecho de laucha, de cualquier oportunidad para enriquecerse rápido, entablando un juicio por daños y perjuicios por cualquier pretexto, como, por ejemplo, por haberse lesionado al resbalar en casa de un amigo, o simplemente por la "angustia emocional" de haber resbalado.
En otro orden de cosas, mientras nos asábamos por el calor, tuvimos una ilustración del desagradable extremismo del clima vespucciano - viendo una fotografía del sitio en invierno, bajo nieve.