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Y también cosechadoras de ... árboles - literalmente cosechadoras de árboles. Una cosechadora que aprisiona con garras de acero el tronco de un pino en pie, que puede ser de hasta 45 centímetros de diámetro, como se ase con la mano un palo común, y lo corta, muy al ras de tierra, y aun debajo, en menos de cinco ... segundos, luego entrega el árbol a otra parte de sí misma, donde el árbol quedará limpiado de todas sus ramas a la velocidad de dos metros de tronco por ... segundo, mientras que las garras de acero ya están asiendo y cortando en cinco segundos, otro pino. Increíble. Y hasta se podría decir que es injusto. Y qué infierno debe de ser para el operario. Los armatostes agrícolas deben de ser sólo purgatorios.

\/ Y luego visitamos otra planta, la de los arados y de las sembradoras.

Otra planta gigantesca, con 3.500 operarios, y basada en los mismos principios de fabricación que la planta anterior; solamente que, en esta planta, nos enteramos de que tienen la capacidad de analizar y evaluar nuevas piezas y nuevos sistemas, por medio de una procesadora, aun antes de haber hecho un prototipo de la pieza o de la máquina - mientras que, en la planta anterior, no sabemos si tienen tal capacidad.

Como símbolo de gigantismo, basta mencionar que aproximadamente 10 toneladas de varillas de metal se vuelven medio millón de bulones y rivetes cada día laborable, y es así que salen sembradoras de todos los tipos imaginables, incluyendo una sembradora de soya de 12 hileras, y una de maíz - de 18 hileras, o surcos.

\/ Hablando de arados, más que la envergadura mundial de esta empresa, es notable su principio: todo empezó con un herrero de campo quien, un buen día, ante las dificultades que tenían los Blancos en arar las tierras recién robadas a los paraborígenes porque se les quedaba pegada la tierra en la cuchilla, inventó una cuchilla, autolimpiadora por su curvatura diferente, de acero en vez de hierro fundido, y de mejor pulido, con éxito fenomenal.

Naturalmente que fue así, por la combinación del espíritu de iniciativa con el momento oportuno - al principio de la explosión industrial, de la explosión demográfica y del despojo de las tierras indígenas, entre las más aptas para agricultura que existen.

El espíritu de iniciativa no fue solamente en el nuevo tipo de cuchilla sino también en la nueva manera de venderla. En vez de fabricar cada cuchilla individualmente por pedido del agricultor, como era la costumbre en aquellos días, el herrero John Deere tuvo la iniciativa de fabricar sus cuchillas en cantidades, de antemano, para existencia y de salir a ofrecerlas para entrega inmediata por el campo. Y así llegó a vender la sorprendente cantidad de mil cuchillas por año. Lo que, naturalmente, le permitió comprar acero del bueno, más barato, y vender sus cuchillas, y otros implementos, más barato.  Es seguramente por este mismo espíritu de iniciativa que la empresa de hoy >>>>>>>>