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sorpresa, frecuentemente con una plazoleta central; y todo, con un ambiente de distinción innata y añeja que no nos acordamos haber visto en el norte o el oeste.

Sin olvidar, en todo lo susodescrito, la permanente y ubicua presencia de alguna conmemoración de la Confederación, y de cementerios sin criptomania compartiendo el mundo con los vivientes.

En el norte, tampoco nos acordamos haber visto jamás esta unidad y constancia, casi compulsión, de exaltar a un héroe o una causa predilecta. Esta reverencia, se podría decir, que vemos en el sur, nos hace acordar mucho más inevitablemente de los países sudamericanos, donde un país entero está permeado por una sola imagen, por un solo ideal nacional. En la Argentina, San Martín, en Chile, O'Higgins, en Venezuela, Bolívar; y aquí, en la ex Confederación, la ex Confederación.

Visitamos la planta pasteurizadora de leche.

Es un poco tarde. Hay, en Washington, un Museo de la Confederación. Dada la hora, vamos a postergar las anotaciones lácteas y vamos a visitar el museo de inmediato porque queremos tratar de llegar hoy mismo a nuestro próximo destino, otra visita industrial (parece que se acumulan, pero es lógico en este país), antes del cierre, aunque sea para apalabrar de hoy, viernes, para el lunes.

Para las anotaciones de la planta pasteurizadora y cualquier cosa del museo, habrá tiempo mañana.

Con la visita del museo, se hizo bastante tarde; a ver si alcanzamos Covington a tiempo.

Llegamos demasiado tarde, veremos el lunes.

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Estamos pasando el sábado/domingo bastante bien. Hay un minúsculo aeropuerto municipal, todavía más diminuto que nuestro dormitorio anterior, perfecto para pasar las noches; y para los días, nos descubrimos un lindo, íntimo, solitario, refugio entre árboles, a un paso de los desiertos de cemento de los estacionamientos comerciales, una suerte excepcional.

Bueno, lo estamos pasando bien - dentro de los calores. Nuestros árboles son un arma de doble filo; por una parte, nos protegen del Sol, por otra parte, nos mantienen en una cámara sin viento, y ni siquiera tenemos la compensación de estar en algún lugar exótico. La verdad es que Manaos y alrededores es apenas peor que esto; aun así, este noreste de Georgia ciertamente ni se acercó a la exclusiva fama oficial de infierno tropical.