Pero, poco a poco, se corrió la voz, y creció y creció, que el soldado de la estatua no parecía muy sureño, que, muy al contrario, tenía desagradables rasgos y detalles de aquellos norteños, hasta que, una noche de 1900, una banda de ciudadanos linchó la estatua, la derribó, le rompió las piernas, y la enterró fuera de vista para siempre en el parque mismo.
Y, por supuesto, Elberton erigió otro monumento (de granito, naturalmente) a la gloria de la Confederación sureña, en el concierto de centenares de monumentos desparramados por la ex-Confederación a la gloria de su causa.
Y así quedaron las cosas hasta 1982, cuando se exhumó la infausta estatua - no para restaurarla en desafío a la sensibilidad sureña - ni pensar - sino para colocarla, rota como está, como pieza sin otro significado que arqueológico, en el Museo del Granito, donde la vimos.
Episodio dos.
Hay, en las afueras de Elberton, en un sitio dominando los 360 grados del horizonte, un misterioso conjunto megalítico (de granito, naturalmente): consta de seis piedras, todas, delgadas, planas; cinco de ellas, de unos cinco metros de alto, y una, más bien cuadrada, y en posición horizontal. Uno de los cinco menhires sirve de centro del conjunto; los otros cuatro menhires están colocados con su delgadez apuntando desde el menhir central hacia afuera a manera de rayos un poco fuera de eje; y sirviendo la piedra cuadrada, de cobertura, a manera de tabla de dolmen si se quiere, a los cinco menhires, cobertura más simbólica que efectiva. Los cuatro menhires en rayos deben de pesar, cada uno, unos 20.000 kilogramos; y el menhir central algo menos.
Los cuatro menhires radiales están colocados de tal manera que, a la vez, indican los límites de la aparente migración del Sol en su ciclo anual, y apuntan a las aparentes salidas y puestas extremas del Sol en su ciclo de 18 años y medio.
El menhir central tiene una perforación tubular apuntando permanentemente a la Estrella Polar, y una perforación triangular apuntando a las salidas del Sol, en el geotropio de invierno, el equidiurnoccio, y el geotropio de verano.
La piedra de cobertura también tiene una perforación; ésta, para guiar, cada día, al medio día, un rayo de sol hacia un punto levemente diferente en un fechario en la faz sur del menhir central, indicando así, cada día, el día del año - si bien nosotros no vimos el más mínimo indicio del supuesto fechario.
Un verdadero observatorio solar primitivo, como tantos otros ... pero, además, con algo que ninguno de los otros tiene: inscripciones, sí, inscripciones; en doce idiomas, incluyendo babilónico, egipcio, en caracteres jeroglíficos, sanscrito y griego antiguo ...
El monumento