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cierta altitud en el atardecer - otra comprobación de que unos centenares de metros en altitud pueden tanto y pueden más que centenares de kilómetros en latitud; todo, muy bucólico pero obviamente no en inmaculada comunión con la naturaleza como en la Patagonia o el Altiplano, porque, aquí, nunca se sabe cuándo y de dónde puede surgir un forasterófobo prepotente, o la policía mandada anónimamente por un tal psicópata.

Mañana, nos espera, en el pueblo vecino de Liberty - de vuelta en Carolina del Sur - otra visita industrial, una fábrica de alfombrado.

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Esta mañana, de Carolina del Norte a Carolina del Sur, por los confines más occidentales, más tierra adentro, de ambos estados, pero que no serían sus confines más occidentales si estos dos estados hubiesen tenido la oportunidad de realizar un sueño de sus años mozos, el sueño de estirar su longitud - al doble, en el caso de Carolina del Norte, y a más del doble, en el caso de Carolina del Sur; simplemente, hasta el río Mississippi.

Visitada la fábrica. No sabíamos exactamente qué tipo de alfombrado esperar. Resultó ser alfombrado industrial o sea para lugares públicos, automotores y aviones.

La manera más fácil de concebir la operación es como una tejeduría común con un requisito adicional.

# Primer paso.

Preparar el hilado en longitudes sin nudo muchas veces mayores que las vendidas por las hilanderías; prácticamente largos ilimitados si fuese necesario.

Vimos, formándose, una tanda de 144 hilos de urdimbre lado a lado, sin fin a la vista; todos esos hilos a la vez, saliendo de un conjunto de 144 baterías de varios carreteles de hilandería en cada batería; las 144 baterías, lado a lado; centenares de carreteles en total; cada carretel de hilandería, de quizás 20 centímetros de diámetro horizontal y 35 centímetros de alto; el proceso consistiendo en re-arrollar el hilado de los carreteles de hilandería a un tambor grande, uniendo el fin de cada carretel con el principio del carretel siguiente, para formar los 144 hilos de urdimbre sin interrupción y sin nudos.

Sí ¿pero uniendo cómo, si no con nudos? De eso se encargaba una obrera; o mejor dicho una maquinita en la mano de la obrera, maquinita pequeña, liviana, de aspecto simplísimo, como una cajita con una hendidura, pero, sin duda, muy astuta por dentro: la obrera sólo tenía que introducir la punta final de un >>>>>>>>