en día, cuando todo está mucho más restringido en cantidades y posibilidades.
En este Museo de Historia Natural, no se presenta el caso de diálogo entre sordos al cual nos referimos en el caso de los museos de ciencia. En la historia natural, parece que la gente se fija en lo que el museo muestra y que realmente saca algo en limpio de la experiencia, por lo menos dentro de la capacidad de percepción propia de cada persona.
\CG/ El Acuario, en el paseo a un costado del Museo de Ciencias Naturales,
ciertamente no se puede equiparar con el acuario de Boston. Así como el
Museo de Ciencia e Industria de Chicago no tiene la chispa del de Toronto, este acuario no tiene la chispa del de Boston. Eso sí, tuvimos la suerte de presenciar la alimentación de los peces y tortugas en el tanque central por una buceadora nadando con su recipiente de alimentos entre los peces.
Se trae agua de mar por carretera y por ferrocarril desde la punta de la Florida, pero ello no hace el acuario más fascinante.
Así que, en resumidas cuentas, se puede decir que Chicago es un lugar bastante deprimido y deprimente, con quizás dos salvavidas: la cárcel disfrazada en el centro de la ciudad, y especialmente el Museo de Ciencias Naturales.
Antes de olvidarnos, queremos anotar que, en Chicago también, vimos un caso de camuflaje decorativo de una gran pared externa de un edificio, como lo vimos en Toronto; pero, en este caso también, esta buena intención no tiene chispa y no se puede equiparar con lo de Toronto.
En una de nuestras andanzas por Chicago, también vimos un incendio - que, naturalmente, podría haber ocurrido en cualquier otra parte pero que, por alguna razón, nos pareció muy típicamente de Chicago, con una conflagración total de un gran edificio industrial, con bomberos lanzando toneladas de agua de muy alta presión desde escaleras muy altas rodantes; y, como hacía bastante frío, se veía cortinas de hielo colgando de la estructura calcinada, resultado del agua de los bomberos.
Finalmente, antes de dejar Chicago - lo que haremos mañana - queremos anotar que esta ciudad tiene la clave de un secreto: ¿cómo se puede navegar entre las desembocaduras de los ríos Saint Lawrence y Mississippi, o sea, cómo se puede unir por agua el Atlántico norte y el golfo de México sin jamás aventurarse en alta mar? Simplemente por un canal - que justamente pasa por Chicago - que une, por una punta, el lago Michigan, y por ende el río y el estuario del San Lorenzo, con, por su otra punta, el río Illinois, y por ende el río y el delta del Mississippi.
Mañana, visitaremos otro de los grandes laboratorios de investigaciones de avanzada de Vespuccia, Fermilab, en otro suburbio de Chicago; y de ahí, seguiremos viaje hacia el oeste.