bifurcaciones, salvo que se quiera viajar por el desierto de las super-autopistas, que hay que estar siempre alerta, siempre consultando números y mapas; mientras que, en otros países, con la bendición de una sola carretera, una vez que se empieza, no hay manera de equivocarse.
▪▪▪ Hubo muchísimas flores campestres, estos últimos días; muy notables, a veces por su elegante colorido, a veces por su elegante fragancia, tan fuerte que invadía el interior mismo de nuestro vehículo mientras viajábamos. Quizás porque estamos en primavera, ahora. Pero las ambituras no son muy primaverales, entre 27 y 33 grados centígrados, con noches alrededor de 22/24 grados.
Una linda flor
▪▪▪ Hace varios días ya, que estuvimos observando una fuerte presencia de Negros; en realidad, donde nos cambiaron el aceite, eran todos Negros, todos muy tranquilos y muy corteses. Estos Negros parecen diferentes de los Negros acumulados en las grandes ciudades; éstos, parecen más tranquilos, más seguros de sí, tienen sus casitas de madera con veranda, y el infaltable coche ya entrado en años o, mejor, una chatita o pequeño camioncito también ya con sus años, así como los tienen familias blancas rurales humildes en otras partes de Vespuccia.
También en contraste con los Negros de las grandes ciudades, éstos son mucho más arraigados a su terruño, quizás desde varias generaciones. Claro que, no hace tantísimo tiempo, el mercado de esclavos de Louisville tenía un significado muy especial para ellos.
▪▪▪ Una costumbre en toda esta zona - como vimos otras costumbres locales en otras zonas - es la inevitable presencia en cada veranda, y el asiduo uso, de mecedoras y hasta de sillas sin patas, colgando a manera de columpios. Incluso hay - nos imaginamos que para parejas que desean intimidad disfrazada de jueguito, a la vista de todo el mundo - banquitos con respaldo para dos, colgando a manera de columpio.
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Un tercer día nos quedamos entre los pinos.
Es notable la cantidad y variedad de cantos de pájaros, muy diversos entre sí, y algunos, bastante complicados. Cantos floridos como éstos, en los intertropos, no escuchamos; allá, es todo escandaloso, aquí, es todo delicado.
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