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Louisville.

Nada que se parezca a un mercado de esclavos, nada que se parezca a ningún tipo de mercado: un pequeño cobertizo cuadrado de techo puntiagudo, más un monumento recordatorio que otra cosa, hecho de maderos entre los cuales quizás uno o dos son todavía maderos del mercado original. Así que la propaganda de Mercado de Esclavos es otra trampa. Una placa recordatoria en el sitio es más exacta; dice que era un mercado de "animales, esclavos, productos agrarios, productos manufacturados".

Lo más llamativo del asunto es la fecha cuando dicho mercado - que incluía esclavos - fue construido: dos años antes de 1800, quiere decir que, en las primeras décadas del siglo XIX, había aquí - y no como restos de una costumbre antigua sino como una nueva empresa moderna - una floreciente compra-venta de esclavos en el glorioso país de las grandes libertades. No por nada fue Vespuccia el penúltimo país, de los muchos de América, en abolir la esclavitud - justo antes de Venezuela.

Hacia la ciudad de Augusta; de interés para nosotros sólo por la esperanza de, quizás, encontrar un laboratorio fotográfico a nuestro gusto.

Agasta.  Que es la manera vespucciana de pronunciar Augusta.

Por lo menos seis laboratorios fotográficos, ninguno a nuestro gusto; por ejemplo, en uno de ellos, una sola persona para: revelar los negativos, vender artículos varios, recibir y despachar encomiendas, hacer duplicados de llaves, ah, sí, y también procesar los positivos. Si viéramos esto en algún pueblo entre el Pantanal y Porto Velho, o de la Patagonia, o del Altiplano, lo entenderíamos, pero, aquí, realmente nos hace dudar de la validez del buen concepto que tenemos de la fiabilidad vespucciana.

Adelante pues; no sólo para salir de los habituales inconvenientes de una ciudad sino también para alejarnos a pasos agigantados de un siniestro vecino, la gran extensión de tierras del gobierno vespucciano cerrada al público, donde el gobierno tiene una de sus fábricas de plutonio, una fábrica de tritio para armas nucleares, tres reactores nucleares en funcionamiento, e incalculables millones de litros de residuos altamente radioactivos; en los mapas, el gran espacio vacío donde no figuran rutas, no figura nada, se llama Fábrica de Savannah River.

Saliendo de Agasta/Augusta, otra vez nos llamaron dramáticamente la atención las tremendas extensiones reservadas a estacionamiento. Creemos que, a lo largo de la avenida de salida, había cien hectáreas o más, entre los varios estacionamientos. Una vista ya familiar pero a la cual, evidentemente, no nos podemos acostumbrar.

Al cruzar el límite de la ciudad, también cruzamos la frontera del estado de Georgia al estado de South Carolina.